Si escribes una carta podría empezar así:
«Tengo que contarte que me estoy sacando un moquito con los dedos mientras escribo estas líneas. Es un poco difícil sacarlo, porque se ha atorado en la parte superior de la nariz. Sin embargo, será más fácil extraerlo si pongo el dedo con la uña hacia arriba; de hecho siento una parte dura como piedrita, se ve que el moco ya está seco. ¡Uf!, lo jalé y salió una parte sólida y dura como minirroca; pero unido a esa roca estaba un moco macroostiónico, ¿te lo imaginas? Era gelatinoso, superlíquido pero plastilinoso y resorteante con colores verdosos y venitas sanguinolentas. Al sacarlo se me embarró a todo lo largo del dedo y resorteó al salir…».
Cuando no podemos respirar bien por la nariz es indispensable sacarse los mocos o sonarse, pero ¿cómo hacemos esta compleja tarea?
Con mucho cuidado introducimos el dedo meñique en uno de los orificios de la nariz, sin que nadie se dé cuenta.
Entonces, con la uña del dedo ejercemos presión contra la pared de las fosas nasales. Así empezará a salir un gran moco verde que inicialmente se quedará colgando en el orificio nasal o se quedará en la punta del dedo. Ahora viene el paso difícil. ¿Qué vamos a hacer con ese moco? Si tenemos un papel desechable, lo untaremos en él y lo arrojaremos al excusado o al cesto de la basura. Pero ¿si no tenemos un pañuelo desechable o de tela? Bueno, una de las soluciones es que si el moco está suficientemente sólido, se puede hacer una pequeña esferita y arrojarlo en algún lado lejos de nosotros. La razón de lo anterior, es que es más fácil deshacerse de un moco esférico que de uno irregular que está firmemente adherido a nuestro dedo. Existen otros métodos, como embarrarlo discretamente debajo de una silla o el asiento de un camión. En ocasiones, algunos niños recurren a comerse sus mocos.
Ahora bien, si el moco es aguado, por ejemplo, cuando hace mucho frío o tenemos gripe, el problema es que constantemente una columna pegajosa y transparente nos escurre por alguno de los agujeros de la nariz, hasta que nos llega a los labios. Ahí es cuando nos damos cuenta que los mocos son salados. El mejor sistema para deshacerse de un moco aguado es sorberse los mocos, es decir, aspirar fuertemente y tragárselos. Aunque también podemos aspirar fuertemente, y guardar en la garganta el moco para después lanzar un escupitajo, costumbre muy socorrida en México y en China. Algunas personas emplean las mangas de la camisa o el suéter o las solapas o cuellos de las camisas. Por esta razón, se cree que Napoleón inventó las mancuernillas o los botones de los sacos para impedir que nos embarremos los mocos.
Algunas personas emplean las servilletas de papel o de tela para sonarse.
Sin embargo, una de las formas de sonarse es soplar fuertemente por la nariz, mientras el dedo índice y el gordo atrapan los mocos, después de que han quedado ahí, con un movimiento brusco de las manos se dejan caer en el suelo; método muy socorrido entre los trabajadores de la construcción.