¡ME HICE PIPÍ!

Aproximadamente a los dos años de edad aprendemos a aguantarnos las ganas de hacer pipí y podemos avisar, fase que se conoce como de control de esfínteres. Antes de que eso ocurra, ni modo, nos hacemos en los pañales y pasamos una buena parte del día mojados y oliendo a meados, sobre todo cuando han pasado algunas horas.

Para las mamás y los papás es un alivio cuando los hijos dejan de usar pañales. Además del trabajo o el costo, es una lata cambiarlos y limpiar la caca embarrada que produce irritación en la piel. Más aún, si el bebé usa pañales desechables, se tienen que enrollar bien y buscar un bote donde tirarlos, porque si se tiran en la calle pueden tapar coladeras y provocar que las calles se inunden cuando llueve. Así que los niños pequeños prefieren gritar «pipíiiii», aunque sea en público, en lugar de estar mojados y con las nalgas irritadas.

De vez en cuando ocurre que los niños se mean en la cama y es muy desagradable, porque cuando la orina se enfría el niño no puede dormir. Además, da pena admitir que uno se mojó o se meó en la cama. Para remediar esta situación, la mamá pone un hule debajo de las sábanas, lo cual hace sudar al pobre chamaco. Si no se pone un hule sobre el colchón, al cabo de unas cuantas meadas el olor será tan desagradable como el del baño de una terminal de autobús.

Cuando uno se mea en la escuela porque la maestra o el maestro no lo dejan ir al baño, es culpa del docente, quien, siendo justos, debería limpiar el charco y conseguir unos calzones limpios. Mear es algo que todos hacemos varias veces al día a lo largo de toda nuestra vida, y casi siempre nos aguantamos hasta que encontramos un lugar donde podamos hacerlo plácidamente.

A algunos viejitos les gana la pipí, como a los niños pequeños, y tienen que usar pañal. A los hombres que están enfermos y no se pueden levantar de la cama, les acercan una jarra llamada pato para que allí hagan pipí; y a las mujeres, una charola honda que se llama cómodo, pero es muy incómoda.

Los niños hacen pipí a través del pene; y las niñas, por un orificio que se llama meato urinario. Generalmente, las niñas tienen que sentarse, ponerse en cuclillas o agacharse. Por ello, cuando los baños están sucios, ellas tienen que hacer pipí «de aguilita», para que su piel no toque la tapa del excusado. Y si son muy pequeñas, las mamás las cargan haciendo forma de columpio con sus brazos.