Robert A. Heinlein fue el primer autor importante de sf que llegó a manos de los lectores españoles, cuando, en 1955, la recién aparecida colección «Nebulae» inició la tarea de dar a conocer al público de habla hispana las mejores obras del momento, publicando bajo el título de Titán invade la Tierra su famosa obra «Puppett Masters». Robert Heinlein además, ha merecido en dos ocasiones el galardón del Premio Hugo (premio que se concede anualmente a la mejor obra de sf publicada durante este período) por sus novelas «Stranger in a Strange Lans» (Extranjero en tierra extraña) y «The Moon is a Harsh Mistress» (La Luna es una cruel amante), y su bibliografía alcanza más de una treintena de títulos, bastantes de ellos aparecidos en español.
La obra suya con que iniciamos esta nueva colección, El hombre que vendió la Luna, forma parte de una serie de relatos cortos a través de los cuales Heinlein quiso ofrecer a sus lectores una visión conjunta y bastante global de lo que, a sus ojos de escritor de sf, podrá ser nuestro mundo inmediato y próximo. Estos relatos fueron reunidos por su autor en una serie de libros, agrupándolos por épocas, y algunos de ellos fueron publicados en su tiempo por Nebulae.
El hombre que vendió la Luna, aún perteneciendo a ella, tiene una característica que lo distingue netamente de todos los demás: mientras el conjunto de los relatos que forman la crónica del futuro heinleiniana son de corta extensión, El hombre que vendió la Luna es un relato largo, muy largo… en realidad una verdadera novela. Y su trasfondo tiene una entidad propia que va más allá que la mera descripción de las maravillas de una época futura.
Hoy, a más de veinte años de su publicación (apareció por primera vez, en la revista americana «Galaxy», en el año 1953), El hombre que vendió la Luna ha envejecido indudablemente en su aspecto técnico: en primer lugar el hombre ya ha llegado a la Luna… y de muy distinta manera a como la describe Heinlein. Pero, sin embargo, el aliento poético que respira toda la obra es imperecedero. Y el mensaje que comporta la particular filosofía de Delos D. Harriman, el protagonista de la historia, ese extraño y soñador self-made man norteamericano, es universal.
Porque Delos Harriman es un personaje que ha pasado ya, para siempre, a formar parte de la galería de personajes ilustres de la sf mundial. El imperio creado (y luego destruido) por él en su afán de llegar a la Luna es el más fiel exponente de nuestra contradictoria civilización contemporánea: un imperio impreciso, fantasmagórico, siempre tambaleante, hecho de ilusiones y castillos en el aire, un imperio como el que hoy, en este momento, hay millares repartidos en todo el mundo. Un imperio creado en aras de un profundo ideal, que únicamente la muerte permitirá cumplir: realizar el más antiguo, ambicioso y profundo sueño de un hombre.
Y a modo de epílogo, para completar este magnífico fresco de una sociedad que valora por sobre todas las cosas el arte y la habilidad de hacer dinero, hemos querido añadir un relato del propio Heinlein que ha sido publicado muy pocas veces, y nunca, que sepamos, junto a la novela que complementa: Requiem. La última aventura pública de Delos Harriman, el final del periplo de un viejo soñador.
Creemos que, con la publicación conjunta de estas dos obras (que en realidad merecerían formar una sola), damos ocasión de conocer, al lector español que no ha tenido aún oportunidad de saborearla, la mejor y más profunda (y también más actual, ahora que la Luna ha dejado de ser un objetivo puramente científico y puede empezar a ser considerado como blanco de explotación comercial) obra surgida de la pluma de este gran escritor de sf que es Robert A. Heinlein.
Domingo Santos.