Levantó la cabeza el poderoso
que tanto odio te tiene; en nuestro estrago
juntó el consejo, y contra nos pensaron
los que en él se hallaron.
«Venid, dixeron, y en el mar ondoso
hagamos de su sangre un grande lago;
deshagamos a éstos de la gente,
y el nombre de su Cristo juntamente,
y dividiendo de ellos los despojos,
hártense en muerte suya nuestros ojos».
Vinieron de Asia y portentoso Egito
los árabes y aleves africanos,
y los que Grecia junta mal con ellos,
con los erguidos cuellos,
con gran poder y número infinito;
y prometer osaron con sus manos
encender nuestros fines y dar muerte
a nuestra juventud con hierro fuerte,
nuestros niños prender y las doncellas,
y la gloria mancha y la luz dellas…
FERNANDO DE HERRERA,
Canción Por la victoria de Lepanto, año 1572