YA se ha olvidado el arte manual de la lana,
y las largas veladas, con su fina madeja
de paciencia, se han ido. Pero el niño aún devana
sus últimos vellones con sílabas de oveja.
La libre, la aérea ayuda de una sola campana,
levantaba mí frente soñadora y perpleja,
y el eco resbalaba fundido a la lejana
amplitud de la vida, porque la historia es vieja.
… Las ovejas cruzaban, se empujaban balando,
bíblicamente casi y aun oyendo la vida;
tibias como vocales tras el último bando
de palomas… ¡Qué lejos la primera partida!
… El tren, y la madeja del humo resbalando,
y el arte transparente de esta piel que no olvida…