EL VENDEDOR DE PÁJAROS

TU alada mercancía franciscana dialoga

en tu mano tendida; y a escucharos se apiña

la gente: simple gente que lentamente boga

por la calle y su mano da a otra mano más niña.

La esquina improvisada y alada te interroga:

¿Vendedor de lo aéreo, silbo suelto en la viña,

estupor de jilguero que en la jaula se azoga,

fiel calandria que aún habla de su errante campiña?

No sé bien sin herirte, cómo hablarte de hermano,

cómo envidiarte y ser lo que más tuyo puedo:

rico de cañamones bajo el cabello cano,

pregonero del aire que se posa en el dedo,

cristalino hasta el hambre con la risa en la mano,

mercader ambulante del ibérico ruedo…