NOCHEBUENA DEL ÁVILA

SONRISA en la almohada

ellos estarán soñándome,

y yo soñando con ellos

en este Hotel de los Andes.

Los tres estarán ahora,

ilusos de navidades,

con la cabeza en la almohada,

dormidos junto a su madre,

y al compás que hacen sus pechos

se entibia también mi sangre.

Juan Luis, Leopoldo María,

y José Moisés, y el aire

que ronda tras las ventanas

hará gemir los cristales,

por dentro turbios de vaho

y por fuera goteantes,

que oigo yo y ellos no oyen,

que yo sé y ellos no saben.

Con la mejilla en la almohada,

hundidos en tibio cauce,

metidos en su corriente

de agua, sobrenaturales,

me están dando aquí calor,

dando calor a mi carne

en este hogar viajero

de mi nochebuena errante.

Me están dando aquí penumbra

de amor, de casi besarles,

en el hueco de la almohada

donde mi noche se abre.

Frente a mí el Ávila tiende

sus cumbres, bosques y valles,

que yo llevaré algún día

hechos visión entrañable

para ellos tres: para ellos

y que sus manos los palpen.

Les regalaré los picos

con niebla, y pondré a su alcance

las casitas de los cerros

y el sonido de los árboles.

Haremos un nacimiento

con el Ávila, soñándole,

igual que yo sueño ahora

y escucho el soñar del Guaire.

¡Cuan limpias se oyen sus aguas,

que también van de viaje

como yo, rodando libres

bajo las estrellas, dándome

misteriosa compañía,

como de verso que nace!

¡Con la mejilla en la almohada,

cómo rueda, cómo late

mi corazón en silencio

y mí mano cómo arde!

Desde lejos esta noche

os sueña así vuestro padre,

Juan Luis, Leopoldo María

y José Moisés (guardianes

de mi niñez en la tierra,

y a Dios, por niños, iguales),

en esta canción de cuna

que El me pide que hoy le cante.