EL ARROJADO DEL PARAÍSO

A Paco Montes

LO que toca la mano, Dios lo siente.

Lo que el alma contempla, Dios lo sabe.

Estamos tan desnudos como el ave

que se torna volando transparente.

Vivimos junto a Dios eternamente.

¡Estrechamente en nuestro pecho cabe

el agua viva y el aroma suave

que brota del dolor como una fuente!

Lo que Dios ha mirado sólo existe.

Sólo existe la fe. La sombra piso

de mi antiguo vivir y nueva muerte;

la planta de mí pie camina triste,

y arrojado del propio paraíso

mi corazón se duerme para verte.