ESTÁS pared por medio: estás ya muerto.
Un vecino en la sombra sólo eras:
un vecino en la casa. Ya me esperas.
Ya has llegado, por fin, al lueñe puerto.
Ya estás noble, profundo, blanco, yerto,
detrás de la pared, en las afueras
solitarias {¡y dulces!); sin riberas
estás. Yo estoy sin límites, incierto.
Yo estoy entre la sombra de mi vida,
mientras la lanzadera que me teje
va trocando en quietud su vaivén loco.
Ya no eres mi vecino; ya tejida
tu vestidura está… ¡Que Dios te deje
cansado en Su velar, dormir un poco!