LA MELANCOLÍA

EL hombre coge en sueños la mano que le tiende

un ángel, casi un ángel. Toca su carne fría,

y hasta el fondo del alma, de rodillas, desciende.

Es él. Es el que espera llevarnos cada día.

Es él, y está en nosotros. Nuestra mirada enciende

con la suya. Es el ángel de la melancolía,

que por las ramas cruza sin son, y nos suspende

hablándonos lo mismo que Dios nos hablaría.

Un ángel, casi un ángel. En nuestro pecho reza,

en nuestros ojos mira, y en nuestras manos toca;

¡y todo es como niebla de una leve tristeza!

Y todo es como un beso cerca de nuestra boca,

y todo es como un ángel cansado de belleza,

¡que lleva a sus espaldas este peso de roca…!