La habitación de hotel de Fabel tenía la típica litografía abstracta de colores vivos colgada en la pared. Se sentó en el borde de la cama y se la quedó mirando como si ésta fuera capaz de transmitirle la sabiduría o la fuerza para saber lo que tenía que hacer a continuación. Le dolía la cabeza. Lo que más atónito le dejaba era la pura arrogancia de Vitrenko, acosando a un veterano agente de policía en plena calle y exigiéndole que traicionara todo en lo que creía.
Mientras Fabel miraba la pintura, pensó en La ronda de noche que colgaba en el salón de su madre; en cómo había olvidado lo que había visto en aquel cuadro cuando era pequeño. La protección de los demás.
Fabel sabía lo que debía hacer pero le aterraba hacerlo. Iba contra todos sus instintos. Cogió el teléfono y marcó el número.
—Hola Ullrich, soy Fabel. Sobre el dossier Vitrenko…