Maria se pasó tres horas buscando el BMW. Estaba convencida de que se lo encontraría volcado y fuera de la carretera, con el ucraniano aplastado contra el volante. Le sorprendía un poco su falta de preocupación por el conductor; podía estar bastante segura de que acababa de matar a otro ser humano, o de herirlo gravemente. Pero también era cierto que éste la había intentado matar a ella y que la muerte era un asunto con el que esa gente comerciaba. Maria retrocedió en busca de posibles desvíos que se le hubieran pasado, pero no había ninguno. Se le había escapado. Miró la gasolina que le quedaba: escaseaba y no estaba muy segura de la dirección que debía tomar para volver a la autopista y a Colonia. Se sentía como si ella también se estuviera quedando sin gasolina; con el cansancio rígido y doloroso de su organismo absorbiendo la adrenalina que la inundó durante la persecución. Finalmente encontró un desvío que indicaba Düsseldorf, Colonia y Autopista 57. Giró por él y se dirigió de regreso a la ciudad.