Jason Fletcher camina deprisa. No suelta en ningún momento la mano de Carrie, que va detrás de él. Cruzan el pasillo de la casa de regreso al patio interior. Jason se asoma a la oficina del taller. Está vacía.
—Espérame aquí un momento.
—¿Dónde vas?
—No tardo.
Jason suelta a Carrie y se encarama a la ventana. De un salto, se introduce en la oficina y se acerca a la mesa. Abre el cajón de la derecha hasta sacarlo del todo y lo vuelca sobre la mesa. Revuelve entre los papeles, pero lo único extraño que encuentra es una revista pornográfica. Lo empuja todo, tirándolo al suelo, y abre el cajón izquierdo. No le hace falta volcarlo. Entre la grapadora y más papeles hay un llavero con varias llaves. Jason lo coge.
Movido por la curiosidad, se acerca hasta la puerta de la oficina y mira hacia el taller. La puerta metálica está a punto de ceder. De hecho, los muertos han logrado abrir pequeños resquicios entre la puerta y la pared y Jason puede ver varios brazos arañando el aire del interior.
Regresa a la ventana y salta de nuevo al patio. Le enseña a Carrie las llaves y le guiña un ojo.
—¿Para qué son? —pregunta.
—¿Conocías a Wayne Hughes?
Carrie niega con la cabeza. Jason le da un beso en la frente.
—Haces bien, era un imbécil, pero sabía de motores. De hecho, era un puto genio cuando se habla de motores. Fue él quien trucó mi moto para hacerla más potente.
Jason tira de Carrie hacia la puerta de la derecha. La misma que siguieron Verónica y su grupo. Atraviesan la cocina y el pasillo en dirección a la puerta principal. Carrie alcanza a ver la destrucción y la mancha de sangre en el salón. Se estremece.
—¿Y qué pasa con eso? —pregunta ella.
—Cariño, la moto de Wayne Hughes está aparcada delante de esta casa, y el motor de esa cosa podría hacernos volar como un puto avión. —Jason sonríe, y Carrie le devuelve una sonrisa triste que ahoga un poco más el corazón de Jason—. Vale, tal vez no vuele, pero es increíblemente potente. Créeme.
—Te creo —responde ella, triste.
—Carrie, cariño…
Jason le pone una mano en la barbilla y obliga a Carrie a mirarle.
—Deberías irte —dice ella—, aún puedes sobrevivir, pero yo no. Quiero que vivas, Jason. No puedo pensar en… en que tú…
Carrie pierde la voz y Jason niega con la cabeza.
—Cariño, voy a quedarme contigo hasta el final.
—Pero…
—Pero nada. Carrie, tú lo eres todo para mí y me quedaré a tu lado. No pienso dejarte morir sola.
Carrie le mira. Jason es un poco más alto que ella, por lo que Carrie tiene que mirarle ligeramente hacia arriba.
—Crees que es por tu culpa, ¿verdad?
Jason sonríe. Carrie siempre ha sabido descifrar lo que él piensa.
—Sí, creo que es por mi culpa, pero no es por eso por lo que quiero quedarme a tu lado.
—Ya lo sé. Quieres quedarte conmigo porque me amas y necesitas estar conmigo hasta el final. Lo sé, porque a mí me pasaría lo mismo - Jason asiente, y Carrie le aprieta con fuerza la mano. —Pero no es tu culpa. Fue Brad Blueman el que me empujó.
—Fui yo quien decidió ir a la comisaría.
—Jason —el tono de Carrie cambia completamente y pasa a demostrar autoridad— te prohíbo que pienses que es culpa tuya. Si no hubieras venido a por mí, habría muerto en tu casa. Pero viniste a por mí.
—Porque te amo, Carrie.
—Lo sé. Y yo te amo a ti. Y al venir a por mí, me has regalado un tiempo contigo que no hubiera tenido de otra forma. Pensaba que no volvería a verte, a menos que fuera a visitarte a una cárcel, así que haberte vuelto a tocar es el mejor regalo que pudiste hacerme.
Jason respira hondo. Siente que se le llenan los ojos de lágrimas. Se acerca a Carrie y la besa. Ella entrelaza las manos por detrás de la nuca de él y llora mientras se besan. Cuando Jason se separa y la mira, le parece que Carrie es el ser más hermoso de la creación.
—Te quiero.
—Y yo a ti, Jason. ¿Qué coño vamos a hacer?
—Nos separan cinco metros de jardín y uno de acera hasta la moto, aproximadamente. Aprovecharemos el momento en que logren atravesar la puerta del garaje y cruzaremos los dedos para que no nos oigan con el estruendo. Si nos mantenemos agachados, no nos verán hasta que lleguemos a la acera. Solo necesito dos se gundos para arrancar la moto. Pégate a mí y súbete lo más rápido que puedas. Aunque reaccionen, no nos cogerán.
—¿Y si no todos están junto a la puerta del taller? ¿Y si hay alguno ahí fuera, al lado de la puerta del jardín?
—Entonces estamos jodidos —responde Jason, encogiéndose de hombros.
Carrie sonríe, y vuelve a besarle. Jason desliza sus manos por la espalda de ella mientras se besan. La presiona contra la pared y besa sus mejillas, húmedas por las lágrimas. Carrie le abraza con fuerza, y él le devuelve el abrazo. Se quedan así, fundidos en ese gesto, hasta que escuchan el crujido de la puerta metálica al caer al suelo. Un pequeño estruendo que se ve superado pronto por los pasos que corren por encima de ella, entrando al taller como una masa.
Jason abre la puerta. Tiene la mano de Carrie en la mano izquierdo y el llavero en la derecha. Cruzan el jardín agachados como soldados en tierra de nadie, directos hacia la puerta de madera que da a la calle. Jason sabe que necesita apenas unos segundos. Si hay algún zombi a menos de quince metros de la moto, les alcanzará antes de que puedan arrancarla. Si está a veinte metros, la cosa estará ajustada. Es una apuesta de una sola oportunidad, pero Jason no piensa detenerse.
Agarra el manillar y tira de él. Salen a la calle. Jason recuerda haber visto la moto a la izquierda, y allí está, volcada en el suelo y con el espejo lateral hecho añicos. Alguno de los muertos debe haberla golpeado al pasar junto a ella y la ha derribado. Jason casi se tira al suelo para agarrarla y ponerla en pie. La multitud de zombis que se agolpan frente a la puerta del taller les ve y cambia su dirección. Empiezan a correr hacia ellos, bramando sus sonidos guturales con la emoción del animal que divisa una presa. Jason pasa una pierna por encima de la moto y trata de meter la llave en el contacto. Carrie se sube a la moto y se abraza a él. Los gritos y pasos están cada vez más cerca. Jason acelera. La moto se levanta sobre la rueda trasera y sale despedida hacia delante. La mano de uno de los zombis llega a tocar la camiseta de Carrie, pero no la agarra. Jason estabiliza la moto, esquiva a un par de zombis que corren hacia él desde delante, y acelera.