Jason conduce sorteando los vehículos abandonados en medio de la calle. Carrie tiene su mano sobre la pierna de él, cosa que Jason agradece. Le gusta el contacto con Carrie.
—Si quieres ir a la parte trasera, deberías torcer por ahí —dice Brad desde el asiento trasero.
Jason gira el volante y mete el coche por la calle que ha indicado el periodista. Hay una moto tirada en el centro de la calzada, y más allá ve a cuatro zombis que echan a correr hacia ellos. Jason acelera y les deja atrás. Por el espejo retrovisor les ve girar y tratar de agarrar el coche.
Escuchan disparos de escopeta. Zoe les ha advertido de que oirán disparos, por lo que ninguno de ellos se asusta.
Kurt tiene un mal presentimiento. De vez en cuando se lleva la mano al hombro herido al sentir latigazos de dolor. Al menos, y esto es por verle un lado bueno a todo, en la comisaría seguro que hay aspirinas. Gira la cabeza hacia atrás y ve que los cuatro muertos que acaban de dejar atrás les persiguen.
Jason vuelve a girar y encara la parte trasera de la comisaría, al fondo. Aprieta el acelerador a fondo.
—¡Allí! —señala Carrie.
En la fachada del edificio ven una ventana abrirse. Jason conduce hacia allí y frena el coche bajo la ventana, realizando un pequeño derrape. El parachoques trasero roza la pared y levanta una nube de chispas. Inmediatamente, Jason sale del vehículo y abre la puerta trasera. Brad Blueman sale de un salto, como si tuviera un muelle en el culo. Jason levanta la mirada y descubre a Russell T.Dinner. El agente le está mirando con incredulidad. Tiene una ceja levantada. Jason sonríe.
Brad y Carrie están subiendo ya al techo del coche. Jason ayuda a Kurt a salir.
—¡Están viniendo! —grita Brad, señalando hacia una esquina por la cual han empezado a aparecer zombis que corren hacia ellos.
Acto seguido, el periodista empuja a Carrie a un lado y levanta las manos para agarrar el alfeizar. Terence y Russell le agarran de los brazos y tiran de él hacia arriba. Mark se les une, y entre los tres, y ayudados por Brad que se impulsa con los pies, suben al periodista.
—Chicos, son muchos —murmura Verónica.
Hay cerca de cincuenta muertos corriendo hacia el coche. Los que van en cabeza están a menos de cuarenta metros. Russell mira a Jason, que está sacando a Dolores del coche, y vuelve a mirar hacia los zombis. Agarra su escopeta y apunta.
Carrie ayuda a Kurt a subirse al coche patrulla. Terence y Mark tiran del doctor para ayudarle a subir al edificio. Carrie le empuja en el culo. Kurt grita de dolor al sentir que la herida del hombro vuelve a abrirse. Cuando logra subir, Carrie se da la vuelta y ayuda a Dolores a subir al techo del coche. Jason pega un salto.
—¡Jason! —grita Verónica.
El chico levanta la vista. Verónica le lanza una escopeta, que Jason coge al vuelo. Russell está disparando, y derriba a alguno de los muertos, pero un momento después están alrededor del coche y Jason les da patadas tratando de mantener alejadas sus manos de Dolores y Carrie. Apunta a un hombre que ha empezado a subirse al capó y dispara. El hombre sale despedido hacia atrás. Jason se gira y dispara hacia el lado contrario. Una mujer cae, derribando con ella a cuatro más.
Terence y Mark levantan a Dolores casi de un tirón. La mujer lanza un gritito de impresión al verse propulsada por el aire. Inmediatamente, se dan la vuelta para ayudar a Carrie.
Jason aprieta una vez más el gatillo, pero ya ha gastado las balas. Utiliza la escopeta como si fuera un bate de baseball, derribando a aquellos zombis que intentan subirse al coche. Una de esas manos muertas logra agarrar el cañón del arma y quitársela. Jason se da la vuelta. Un hombre ha logrado poner los pies sobre el capó y se lanza sobre él. Jason le da un puñetazo, derribándolo de nuevo hacia las manos que rasgan el aire tratando de agarrarle.
—Jason, ya!
Es Russell. Jason se da la vuelta, y sin pensar, se lanza sobre el alfeizar. Siente las manos de Russell, Terence y Mark agarrándole el pantalón y el cuerpo y tirando de él. Durante un aterrador segundo, Jason siente que las manos resbalan sobre la piel mojada de su espalda y sus pies que no logran encontrar apoyo sobre la pared del edificio, pero los dedos de Russell se han enganchado firmemente a una de las hebillas de su pantalón y tira de él hacia arriba. Jason cae dentro de la habitación, al suelo. Cuando se da la vuelta para sentarse, Verónica ya está cerrando la ventana y él respira agitadamente.
—Gracias, joder —dice. Al final, ha sido el policía paleto el que le ha salvado la vida.
—Ha ido por un pelo —asegura Mark.
—Y que lo digas.
Jason mira a Russell. El policía le está mirando fijamente. Jason se incorpora.
—Supongo que, dadas las circunstancias, me alegro de que sigas vivo —dice Russell.
Jason se encoge de hombros y mira a Kurt, que está sentado en un rincón, agarrándose el hombro herido. La camiseta de Carrie, que ya estaba manchada de sangre se ha vuelto aún más roja.
—¿Qué le pasa? —pregunta Russell.
—Le dispararon —responde Jason, omitiendo de forma consciente que el que apretó el gatillo era el agente Jackson.
Carrie y Jason no se esperan lo que sucede a continuación, por lo que se sorprenden. Carrie incluso lanza un grito de sorpresa. Russell está de pie, mirándoles, cuando Terence le agarra los brazos desde atrás y le obliga a arrodillarse forzándole las rodillas con una llave. Mark le arrebata la escopeta de las manos antes de que tenga tiempo de usarla, y en apenas unos segundos, Russell está en el suelo, boca abajo.
—¿Qué coño hacéis? —grita.
—Escúchame, Russell, esto no es nada personal, y si me prometes que vas a estarte quieto, te soltaré y te lo explicaré todo.
—¡Suéltame inmediatamente, jodido imbécil!
Pero Terence aprieta la rodilla sobre la espalda de Russell, por lo que este es incapaz de moverse. Jason abraza a Carrie y la trae hacia él. Está mirando la escena, y le parece obvio que los dos bomberos y el tipo que no conoce estaban preparando saltar sobre Russell. Mira a Kurt, buscando respuestas, pero Kurt no tiene ninguna. Mira la escena con la misma sorpresa que él.
Se abre la puerta y entra Zoe, que se queda paralizada al ver a Russell en el suelo y Terence sobre él. Aidan Lambert y el padre Merrill están detrás de ella, y también se sorprenden. Jason abraza a Carrie con fuerza y se pega a la pared, temiendo un enfrentamiento.
—¿Qué está pasando? —pregunta Zoe.
—¡Zoe! —grita Russell, intentando revolverse. Pero la presión de Terence le impide hacer ningún movimiento.
—Zoe, podemos explicártelo —asegura Verónica, alzando una mano tranquilizadora hacia ella.
Se escucha el clic inconfundible de una cámara de fotos. Prácticamente todos se giran a mirar a Brad. Jason resopla con resignación.
—Puedes empezar cuando quieras —dice Zoe, mirando a Verónica.
—Zoe, Russell ha sido mordido y es cuestión de tiempo que se convierta en una de esas cosas.
—¿De qué coño hablas? —grita Russell, que cada vez está más enfadado—. ¡Soltadme ahora mismo, cabrones!
—Tiene razón —asegura Mark—. Yo lo he visto con mis propios ojos.
Zoe mueve la cabeza de uno a otro y de nuevo hacia Russell, que tiene los dientes apretados y una expresión de impotencia que le parte el corazón. Conoce a ese hombre desde hace años, y siempre ha sido agradable con ella. Pero todo el día de hoy está siendo una locura, y Zoe tiene miedo.
La tensión casi puede palparse.
—Hágales caso —dice de repente Kurt, y todos le miran—. Si le han mordido, el virus ya está dentro de su organismo. No hay forma de salvarle la vida, porque no hay vacuna. Cuando muera, despertará convertido en eso.
Kurt señala hacia el exterior con la mano buena. Como para darle la razón, un puño golpea la ventana. Verónica, la más cercana, lanza un grito y se da la vuelta. Un grupo de zombis han logrado subirse encima del coche y sus manos alcanzan el cristal. Verónica ve que a uno de ellos le falta un ojo y parte de la nariz. Se aparta de la ventana.
—No voy a convertirme en un puto psicópata —asegura Russell, entre dientes—. ¡Aparta de encima de mí, Terence!
—Lo siento, Russell, pero no voy a hacerlo.
—Hijos, —es el padre Merrill, detrás de Zoe—. Deberíamos calmarnos y hablar de esto como personas civilizadas.
—¿Entonces la otra mujer también..? —Zoe señala hacia atrás.
—Sí —responde Verónica—. Habíamos pensado en encerrarles en una de las celdas.
—¡No me vais a meter en una celda! ¡Soltadme! ¡YO soy el puto policía aquí!
Apretemos el pause. Es interesante que observemos esto teniendo una visión global de la situación. Russell está tumbado en el suelo, boca abajo. Terence tiene la rodilla apoyada sobre la espalda del agente. Verónica y Mark están junto a él, este último con la escopeta del agente en las manos. A su espalda, las manos de varios muertos han empezado a golpear la ventana. De pie junto a la pared, Brad Blueman sujeta su cámara en las manos. Frente a él, tirado en el suelo y apoyado contra la pared, está Kurt Dysinger. Jason y Carrie están a su lado, abrazados. Dolores está de pie, un poco más allá. Zoe, en la puerta, junto al padre Merrill. Detrás de ellos, cerrando el grupo y con cara de estar disfrutando de la situación, Aidan Lambert, que tiene la escopeta apoyada sobre el hombro derecho.
Así están las cosas, y cuando el grito de dolor proveniente de la sala de agentes se escucha en toda la comisaría, Zoe y Aidan se dan la vuelta, sorprendidos, y Russell, que siempre ha sabido aprovechar las ocasiones clave, se impulsa con los brazos hacia arriba, pillando a Terence desprevenido y lanzándole hacia un lado. Russell se incorpora a toda velocidad, y Mark intenta girar hacia él para apuntarle, pero Russell es rápido, sujeta el cañón de la escopeta con la mano izquierda y lanza un feroz puñetazo directo a la mandíbula de Mark. El golpe hace que Mark caiga contra un archivador y suelte el arma. Cuando Russell se gira, Terence se está levantando para volver a lanzarse contra él y Verónica está apenas a un paso.
—¡Quietos! —grita.
Y Verónica y Terence obedecen, vencidos. Terence incluso levanta las manos en son de paz.
—Russell, escúchame, teníamos que hacerlo.
—Y una mierda, capullo. Y ahora muévete.
Hace un gesto con la escopeta. Terence le mantiene la mirada durante unos segundos y después obedece. Aidan y Zoe ya han echado a correr hacia la sala de agentes. Jason y Carrie ayudan a Kurt a levantarse, y Dolores se acerca a su hijo. La mujer tiene una expresión perdida, como si no acabara de comprender del todo lo que está ocurriendo. Russell se gira hacia Mark, que se masajea la mandíbula con gesto de dolor y sorpresa.
—Tú también, capullo.