Volvamos al Paradise Fall. Paula está abrazada a Mark, llorando en silencio. De hecho, Mark sabe que está llorando porque la nota estremecerse de vez en cuando y la oye sorber por la nariz. La escopeta está en el suelo, junto a ellos. Los golpes en la puerta son ensordecedores y la madera cada vez cruje más. Mark ha visto una grieta aparecer en el marco.
—Tal vez deberías encerrarte en el baño —dice.
—Prefiero estar contigo.
Mark se estremece al oír el crujido de la madera y mira hacia la puerta. Está combada por la parte de arriba, y los golpes desde el otro lado son frenéticos y sin pausa. Alarga la mano y coge la escopeta. Sinceramente, no cree que vaya a salvarles la vida. Por los rugidos y los golpes, calcula que hay al menos una docena de esas cosas al otro lado.
Tampoco cree que vaya a atreverse a disparar a Paula.
Mira a la niña, que se acerca a la ventana con gesto triste. Un gesto que jamás debería dejarse ver en una niña tan pequeña. Se gira hacia la puerta y aprieta el puño sobre el mango de la escopeta.
Se arrepiente de muy pocas cosas en la vida, tal vez en estos últimos momentos de su vida desearía no haber sido tan egoísta y haber tenido una familia tradicional. Siempre rehuyó ese tipo de responsabilidad. Respira hondo, tratando de mantener la calma, y ve que una de las bisagras se suelta con uno de los golpes y la puerta se arquea.
Ahora es cuestión de tiempo.
Al otro lado, los muertos gritan con más ansia que antes, como si ellos también supieran que se encuentran más cerca.
Mark se da la vuelta y apunta hacia Paula, que está mirando por la ventana, de espaldas a él. El dedo de Mark se coloca sobre el gatillo. Respira hondo y cuenta mentalmente. A la de tres, apretará el gatillo. A su espalda la madera cruje y una tabla se suelta. Una mano ensangrentada se cuela por la grieta y extiende los dedos hacia ellos. La barricada de muebles aún resiste, y el resto de la puerta también.
Uno.
Mark cierra los ojos.
Dos.
Lo siento, Paula.
El dedo de Mark se apoya sobre el gatillo.
—¡Mira!
Mark abre los ojos y baja el arma justo a tiempo para que Paula no le vea cuando se gira a mirarle. Está señalando hacia fuera. Mark se acerca a la ventana y lo que ve le permite albergar una pizca de esperanza.