Kieran Probst, que desde que estuvo a punto de morir minutos atrás arrollado por el Mercedes Benz de Kurt Dysinger, está llorando con un evidente ataque de ansiedad, se encuentra sentado junto a su bicicleta al lado del quiosco de Stan Marshall. Llora con esa fuerza de la que solo son capaces los niños, prácticamente quedándose sin respiración, lanza un grito cuando el primer soldado se abalanza sobre la amiga de Norrie Henderson. Se levanta casi de un salto, y al hacerlo, tropieza y cae al suelo, lo que le da tiempo más que suficiente a uno de los soldados muertos a lanzarse contra él y hundir la boca en la pequeña barriga del chico. Grita por última vez mientras el soldado se incorpora, con algo sanguinolento en la boca y las manos totalmente introducidas entre sus tripas.