Harvey se despide de Kurt y Sarah y sigue caminando. La actividad por esa zona es frenética. Los doctores se mueven de aquí para allá, consultan ordenadores, observan a través de microscopios, realizan diferentes pruebas. Harvey no se detiene en observar nada de todo eso. Avanza hasta el final del pasillo y se coloca de frente a la última puerta, que está marcada con una señal semejante a una espada.
El símbolo del «proyecto Cuarto Jinete».
Harvey pasa su tarjeta por una nueva ranura y marca un código en el panel numérico. La puerta se abre y da paso a una sala intermedia. A la izquierda está el soldado Ames, un chico joven con el pelo rapado al uno. Junto a él hay un perchero de acero cromado. De él cuelgan varios trajes amarillos, de los que se utilizan para entrar en zonas de peligro biológico. Junto al perchero hay un banco, también de acero. Silbando la melodía de El puente sobre el río Kwai, Harvey Deep coge uno de los trajes y se lo pone sobre el traje de gala militar que ya lleva puesto. Se toma el tiempo necesario para asegurar que esté bien cerrado. El soldado Ames le ayuda a comprobar que todo está perfectamente y Harvey le da las gracias. Después, se dirige a la sala de descompresión, aguarda pacientemente que termine el proceso y, un momento después, la última puerta se abre, dándole paso a la sala del proyecto Cuarto Jinete.
La sala en sí no es nada especial, solo un laboratorio más equipado con los mejores y más modernos equipos tecnológicos. A Harvey no le interesan los equipos y pasa junto a ellos sin dedicarles ni siquiera una mirada. Al fondo hay una nevera biológica y, en una bandeja colocada a la altura del pecho, treinta tubos de ensayo que contienen un líquido negro que supone el mayor secreto del gobierno de Estados Unidos, podemos suponer que junto al contenido del Área 51 y quién coño mató a Kennedy.
Harvey Deep ha visto de lo que es capaz ese líquido, y nunca ha visto un arma tan… espeluznante. La palabra es espeluznante. Ha visto la cinta de vídeo que contiene la grabación de la única prueba de campo que se ha realizado con el proyecto Cuarto Jinete antes de que el Presidente decidiera aparcarlo. Las malas lenguas dicen que tuvo miedo. Harvey Deep piensa que el Presidente no tiene ni puta idea de muchas cosas.
Aquella única prueba de campo se realizó en una sala cerrada y preparada para contingencias biológicas. La cinta de vídeo es realmente aterradora. En ella se puede ver a diez hombres, árabes, terroristas sacados de Guantánamo a los que nadie echará de menos jamás. Después de soltar una probeta del líquido negro sobre ellos, un soldado americano dispara en el pecho a uno de los árabes, antes de salir de la sala. Los árabes empiezan a gritar en su idioma, alarmados, aterrorizados aunque no saben qué va a ocurrir. Creen que los americanos van a matarles a todos. Y bueno, más o menos. El árabe muerto empieza a tener espasmos apenas dos segundos después de caer al suelo. Se levanta y se abalanza sobre uno de sus compañeros un momento después, arrancándole parte de la cara de un mordisco. Los gritos se vuelven ensordecedores. El resto de árabes tratan de escapar, golpean las paredes pidiendo ayuda, gritan y gritan. Diez minutos después, todos están muertos. Pero de pie, deambulando por la sala. Acto seguido, alguien aprieta un botón en otra habitación y el interior de la sala donde se ha llevado a cabo esa prueba queda calcinado por las llamas, haciendo desaparecer todo rastro del virus.
Ha visto esa cinta y, aún así, abre la nevera y saca uno de los tubos de ensayo. Lo levanta, hasta dejarlo delante de sus ojos, y mira el líquido negro con auténtica fascinación.