Gammelgaard recuerda que, en un principio, ella y Schoening encabezaron el intento de búsqueda del campamento. «Klev y yo no nos separábamos. Neal caminaba un poquito hacia allá, otro poquito hacia acá, y después acabó por pegarse también a nosotros… yo entonces no sabía donde estaba el campamento, pero pensaba: “Bueno, por qué no fiarme de Klev… es una posibilidad tan buena como cualquier otra”. De pronto vi una luz, y entonces me hice cargo y dije a Klev “Eso es la luz del campamento. Tenemos que doblar hacia la izquierda. ¡Está ahí!”. Y fuimos hacia allá y resultó ser la linterna de Anatoli».
Como todos los escaladores que llegaban de vuelta, Gammelgaard estaba al borde del agotamiento total, y sólo la mantenía en pie la euforia de haber sobrevivido. «Bukreev me miró, y no tuvimos que hablar nada. Él supo en seguida que el asunto era grave, y se agachó a quitarme los crampones».
A continuación se transcriben los acontecimientos que se desarrollaron a partir de aquel momento, tal y como Bukreev los dictó a su coautor Weston DeWalt algunos días después de su llegada a los Estados Unidos procedente de Nepal. Con el objeto de transmitir su voz y la noción de inmediatez de los hechos tal y como él los vivió, se ha preferido presentar al lector las palabras textuales de Bukreev según su modo de expresarse en inglés y sin mediar el concurso de un intérprete de su idioma natal. Los textos de la entrevista se interrumpen únicamente para aclarar algunas de las explicaciones.
P: ¿Qué hiciste al ver que llegaba gente?
R: Vi exactamente llegar esas luces y vi llegar a Lene y a Klev. Y les vi con muchísimo hielo en sus caras, era imposible ver sus máscaras [de oxígeno] porque todo era hielo. Quité a Lene los crampones y los puse fuera de la tienda. Vi que no eran capaces de hacer nada, y yo les quité los crampones, todo, y ayudé a Lene y a Klev a entrar en la tienda, gateando. Y vi que lo que estaba ocurriendo era muy grave. Ellos decían…
P: ¿Les diste oxígeno?
R: Sí, les di oxígeno del que yo tenía, de las tres botellas, una para Martin, otra para Klev, otra para Lene. De la tienda. Y se lo di, y vi la situación. Comprendí que debía prepararme. Comencé a buscar mi calzado, pero no era fácil. Traté de encontrarlos, los encontré, me puse mi calzado, el calzado grande. Antes, no llevaba este calzado. Y entonces me dispuse a partir.
De las tres botellas que Bukreev recibiera de Pemba, una la tenía Martin Adams y las otras dos fueron para Schoening y Gammelgaard, respectivamente. El calzado que Bukreev buscaba eran sus cubrebotas, que necesitaba para enfrentarse otra vez a las duras condiciones de la tormenta.
P: ¿Así pues, te calzaste otra vez las botas?
R: Sí. Probablemente… no sé calcular a qué hora llegó la gente. Ahora es difícil decirlo. Ellos dicen…
P: ¿Entre las doce y las doce y media?
R: Me calzo mis botas y me dispongo a partir. A la una. Creo que la gente llegó tal vez a las once y media, o a las once. Tardé mucho tiempo, porque estuve con Klev Schoening, hablé con ellos, les di té, les di oxígeno, les di el saco de dormir, todo. Pasó mucho tiempo, probablemente el último cliente llegó a las once y media, creo, porque ahora he tratado de comprender por mí mismo. Creo que las once o las doce. Pero me puse en marcha exactamente alrededor de la una.
P: ¿Qué supiste del estado de los clientes?
R: Lene dijo: Sandy está muriéndose, quizás Charlotte también está muriéndose. Y pensé: «Sí, esa gente este congelándose, tienes que darte prisa, tal vez…».
P: ¿Ella dijo que Sandy y Charlotte estaban muriéndose?
R: Que estaban a punto, algo como «Sandy esta a punto de morir. Tal vez si la encuentras, esté ya muerta. Y tienes que darte prisa». También Klev comprende: tienes que saber la dirección, no subir, sólo ir, sólo cruzar este gran cuadrado del Collado Sur, y encontrarás a la gente en su extremo, cerca de la cara del Kangshung. No subir. Yo pregunté: «¿Cuánto tiempo?». Probablemente quince minutos. Yo digo, «Oh, está muy cerca, si para ellos es quince minutos, para mí quizás cinco o diez minutos». Y pregunto: «¿Para vosotros o para mí?». «Oh, para ti serán tal vez quince minutos». Muy bien, para mí quince minutos.
Bukreev trataba de obtener de Schoening y Gammelgaard la información necesaria para llegar hasta los escaladores que habían quedado atrás. Sin tener puntos de referencia ni lugar visible alguno al cual encaminarse, era algo así como tratar de guiar a un piloto ciego.
P: ¿Pediste a Neal que te ayudara?
R: Neal se introdujo en la tienda con los crampones puestos. Yo le quité los crampones, porque dije «Oh, él va a romper la tienda». Y le quité los crampones. E inmediatamente cayó dormido.
P: ¿Neal estaba ya en su tienda en aquellos momentos?
R: La mitad del cuerpo dentro de la tienda, la mitad fuera. Y cuando hablé con Lene, dije «¿Qué tal Neal?». Y ella dijo: «Neal quizás tiene problemas». Lene era la que más hablaba en aquella situación. Klev no sé cómo estaba, pero sólo hablaba Lene. Tal vez Klev tenía algún problema con su cabeza. Y voy a la tienda para tratar de hablar con Neal Beidleman, pero él tenía mucho frío: era imposible. No se podía hablar con él, y yo lo comprendí. Comenzó a utilizar oxígeno dentro de la tienda.
Cuando Bukreev fue a hablar con Beidleman le encontró con medio cuerpo a la intemperie y los crampones todavía puestos. Preocupado porque los crampones pudieran rasgar el tejido de la tienda, con lo que Neal quedaría expuesto al frío viento que a veces tenía una fuerza huracanada, Bukreev le quitó los crampones de los pies y le ayudó a meterse al interior. Beidleman se hallaba en una situación tal que apenas podía hablar.
P: ¿Y qué pasó después?
R: Volví a mi tienda. Lene y Klev ya estaban en sus sacos de dormir, y yo volví a preguntar para asegurarme de que no tenía que subir. Lene y Klev me dijeron: «No tienes que subir. Sólo tienes que cruzar el terreno llano». Lene dijo: «No tienes que subir». Pemba entra y dice: «Lopsang dice que tienes que subir». ¿Por qué, dónde, tengo que subir o no tengo que subir? Y soy responsable de sus vidas. Eso es lo que creo: antes, yo esperaba que todo estaría bien, esta gente tiene guías, tiene sherpas, probablemente tiene algo de oxígeno, todo está bien, sólo no hay visibilidad. Ahora llega esta situación, la gente viene, tal vez hay gente congelada, y todas las noticias llegan demasiado aprisa para mí. Muy rápido me vuelvo inquieto. Saco fuerza de la inquietud.
P: ¿Adrenalina?
R: Sí, esa es la palabra.
Klev Schoening había indicado a Bukreev que no debía «subir» para encontrar a los demás compañeros, sino más bien «atravesar» el Collado Sur. Como la dirección indicada implicaba que los escaladores extraviados se hallaban bastante lejos de la ruta habitual de descenso, Bukreev quiso comprobar si había entendido bien la indicación. Mientras Anatoli hablaba con Schoening y Gammelgaard, tratando de recibir la máxima información posible, Pemba vino hasta la tienda de Bukreev y dijo que Lopsang había vuelto al Campo IV con la noticia de que, varias horas antes, se había visto obligado a dejar a Scott Fischer justo debajo del Balcón. Sin oxígeno, delirando y al parecer afectado de edema cerebral, Fischer era incapaz de moverse sin la ayuda de Lopsang. A pesar de sus heroicos esfuerzos, Lopsang no había logrado bajar a Fischer. Desesperado por conseguir ayuda para su amigo, Lopsang quería que Bukreev subiera en busca de Scott para llevarle oxígeno y té caliente. Anatoli estaba completamente confundido ante los contradictorios fragmentos de información que le llegaban a través de la hipóxica neblina que velaba el juicio de los escaladores. ¿Estaba Fischer con los demás clientes? ¿Estaban todos en el mismo lugar? ¿A qué parte del Collado Sur debía dirigirse? ¿Tenía que subir, bajar o atravesar? Bukreev trataba de entender algo en aquella confusión.
P: ¿Hablaste con Lopsang?
R: Pemba dijo que Lopsang venía a hablar con nosotros, y yo salgo de la tienda preguntando ¿dónde está Lopsang? No lo sé. Voy a la tienda donde se encuentra Neal. Neal se ha quedado dormido. Le ayudo un poco, y después oigo fuera de la tienda las voces de Lopsang. Decía: «Anatoli, tienes que subir».
P: ¿No le veías? ¿Le llamaba desde su tienda?
R: Sí, sí. Solamente: «Anatoli, tienes que subir». Y comprendí que Scott estaba en una situación difícil.
P: ¿Y entonces qué hiciste?
R: Vuelvo otra vez a la tienda y digo otra vez: «Lene, Klev, ¿tengo que subir o sólo tengo que cruzar esta parte plana?». Ellos dijeron: «Sólo tienes que cruzar la parte plana». «¿Scott está ahí?», pregunté yo. «No», dijeron, «Scott no». Así que ahora sí, ahora ya empiezo a comprender. Scott está arriba, en la montaña. Los clientes están abajo, en un lugar diferente.
P: ¿Y después de aquello es cuando fuiste a la tienda de los sherpas a buscar oxígeno?
R: Fui donde Lopsang y dije: «Lopsang, tienes que venir arriba conmigo, algunos de nuestros clientes quizás han muerto, tenemos que traer a nuestros clientes». Y yo no le veía. Dijo otra vez: «Anatoli, tienes que subir. Scott dice que te espera, él te respeta, espera que tú le ayudes así, y tú tienes que llevarle oxígeno y bebida caliente».
P: ¿Pero tú no le ves mientras tenéis esta conversación?
R: Sólo estoy en el ábside de la tienda, sólo oigo su voz. Creo que él tiene que comprender la situación. «Lopsang, tenemos que traer algunos clientes, quizás unos quince minutos de distancia. ¿Puedes hacerlo?». Él vuelve a decirme: «Anatoli, tienes que subir».
P: ¿Él no responde, sólo habla?
R: Sólo dice directamente esa idea que tiene dentro de su cabeza, él no comprende lo que yo digo, él sólo oye mi voz y me dice exactamente… lo mismo, simplemente repite. Y yo tengo que ayudar a cinco personas, y yo sólo soy uno. Entro en su tienda, en la tienda de los sherpas. Pido oxígeno a Pemba. Y de la segunda conversación con Lene entiendo que también están Beck Weathers y Yasuko Namba. Y yo pido: «Pemba, tienes que buscar oxígeno. Voy a otra tienda, a la tienda de Rob Hall, tal vez alguien pueda ayudarme». Y voy fuera, quizás en otro campamento. De la expedición de Rob Hall, abro una puerta. Y pruebo: «¿Eh, puede ayudarme alguien?». No hay respuesta. Digo: «Yasuko Namba y Beck Weathers necesitan ayuda. ¿Alguien puede ayudarme?». No hay respuesta. Otra tienda, lo mismo. Otra tienda, lo mismo. Luego voy fuera, veo la tienda de unos sherpas de Rob Hall. Abro y alguien me habla. Y yo digo: «Yasuko Namba y Beck Weathers necesitan ayuda. Alguien de vuestra expedición debe venir conmigo para ayudar a nuestros clientes». Y digo: «Está bien, debéis prepararos». Y luego voy a las tiendas de los escaladores de Taiwán. Nadie. No hay respuesta.
Lopsang había hecho una promesa a Scott Fischer cuando tuvo que dejarle para pedir ayuda. Le dijo: «Está bien, por favor, quédate aquí… Te dejo aquí. Quédate aquí. Te enviaré unos sherpas con oxígeno y té». $ Gimiendo de dolor, Fischer había dicho a Lopsang: «Baja tú. Baja tú». $ Al dejar a Fischer, Lopsang le tranquilizó de nuevo, diciéndole: «Por favor, Scott, no te muevas de aquí, quédate aquí. Yo enviaré a unos sherpas y a Anatoli. Yo te enviaré oxígeno y té».$
Como Bukreev, Lopsang veía que los sherpas de Mountain Madness no podían o no querían subir. Lopsang contaba con Bukreev, pero éste sabía que abajo había cinco clientes, tres de ellos pertenecientes a Mountain Madness. Él sólo no podía hacerlo todo, necesitaba ayuda, así pues se dio una vuelta rápida por las tiendas de las expediciones cercanas: las tiendas de los clientes de Rob Hall, las tiendas de los sherpas de Hall y finalmente las de los taiwaneses.
Los miembros de la expedición de Rob Hall estaban dormidos, o no podían o no querían colaborar con Bukreev. Uno de ellos, Lou Kasischke, estaba completamente incapacitado, todavía ciego, todavía solo en su tienda. A la una de la madrugada todavía no habían vuelto al Campo IV sus compañeros de tienda, Andy Harris, Beck Weathers y Doug Hansen.
Bukreev no logró conseguir ayuda por parte de los miembros de la expedición de Rob Hall, y esa fue la segunda ocasión en esa noche en que una súplica de ayuda caía en vacío. Mike Groom, que había partido en busca de auxilio dejando atrás a Beck Weathers y a Yasuko Namba para volver al campamento con los clientes de Mountain Madness, Schoening, Gammelgaard y Beidleman, estuvo pidiendo a varios miembros del grupo de Adventure Consultants que le ayudaran a rescatar a sus compañeros. Había sido sólo una hora antes, y Groom no había tenido más suerte que Bukreev.
De la misma manera, tampoco los taiwaneses brindaron apoyo alguno. Nadie quería o podía ayudar.
P: ¿Qué hiciste, al no recibir ayuda alguna?
R: Volví a buscar a Pemba. «Pemba, ¿tienes bebida caliente?». «Sí, tengo bebida caliente». «¿Y dónde está el oxígeno?». Él dijo: «No encuentro oxígeno». «¿Cómo que no encuentras? Necesito oxígeno, varias botellas, los clientes necesitan oxígeno». Él dijo: «Todas las botellas están vacías». Esta vez, también yo trato de encontrar el oxígeno. Aprisa. Sé que alguien podría morir, y voy aprisa, aprisa, buscando botellas de oxígeno, y no encuentro. Vuelvo a las tiendas de nuestros sherpas. Todo en silencio. Ellos habían comprendido: quizás Anatoli quiere que nosotros vayamos también, pero es peligroso: Todo en silencio, silencio. Y yo digo: «Lopsang, alguien tiene que…».
P: ¿Levantas la voz?
R: Sí, fuera hace mucho viento, mucho frío, hay muchos problemas, y yo estoy enfadado con él en esta situación.
P: ¿Qué le dices?
R: Nadie responde. Todo en silencio, como si todos hubieran caído dormidos después de un duro trabajo. Yo comprendo que esto es muy difícil.
Al descubrir que Pemba no iba a darle oxígeno, Bukreev se sintió incrédulo, enfadado, impaciente y desesperado por llegar hasta los clientes extraviados. En el momento de iniciar la tentativa de cumbre había quince cartuchos Poisk en el Campo IV. Un rato antes, él había tomado tres cilindros. En algún lugar, razonó él, debía haber más, pero Pemba decía «No hay oxígeno».
P: Así pues, ¿no había nada de oxígeno para llevarte?
R: Lene me dijo, quizás Sandy está en muy malas condiciones, tienes que darte prisa. Ahora estoy perdiendo mucho tiempo tratando de encontrar a alguien que pueda ayudarme. Y ahora no tengo oxígeno, sólo tengo mi máscara y mi regulador. Y en la tienda de los sherpas de Mountain Madness nadie habla conmigo. Y veo a Lopsang, y veo que está utilizando oxígeno. Y yo me enfado un poco, al ver que él usa oxígeno y que él ha dicho muchas veces «Yo no necesito oxígeno», así que le quito la máscara y cojo su botella de oxígeno. Y le digo «Necesito este oxígeno», y me lo llevo.
P: ¿Le quitaste su oxígeno?
R: Si, todo, y lo puse en mi mochila.
P: ¿Trató él de recuperarlo?
R: No, no respondió. Sólo estaba muy callado. No le gustó. Yo dije: «Alguien necesita ayuda, y tenemos que traer a algunas personas». Yo tenía mucha prisa, mucha prisa. Tengo oxígeno, sé que tengo algo de oxígeno, tengo té, y también la máscara, el reductor. No he… Ya sé, tengo que partir, y creo que tengo que darme mucha prisa, quince minutos, trataré de encontrar a Sandy, qué está pasando con Sandy. Tomo estas cosas y comprendo si probaré otra vez a encontrar ayuda. Y salgo corriendo. Hace mucho viento, no hay visibilidad. Comienzo a mantener la dirección y salgo andando.
P: Así que llevas el oxígeno de Lopsang, llevas el té que te ha dado Pemba y sales andando. ¿Cómo decides qué camino tomar?
R: Me han dicho, no hay que subir. He comprendido esto, y recuerdo cómo es… cómo es el Collado Sur, el plano del Collado Sur. Y no llevo los crampones, porque tenía mucha prisa y me han dicho que no hay que subir. Salgo del campamento, sólo andar un poco, y sigo la dirección del viento. Mantengo esa dirección y cruzo el Collado Sur, y no veo… no puedo ver nada, sólo un poco de luz de mi linterna a través de lo blanco. Y han pasado… no sé, tal vez ya han pasado quince minutos.
Miro el reloj, y empecé como a la una y cuarto o la una y veinte. Ahora empiezo justo y veo el reloj porque empiezo a trabajar, empiezo a correr. Y veo quince minutos, acabo de reconocer esa roca grande. Después de esa roca grande hay una parte pequeña a la derecha y baja hacia la cara del Kangshung. Y quizás treinta metros antes, desde esta roca grande, rocas pequeñas, y no veo nada. Y no veo a nadie. Trato de subir, pero es imposible sin crampones. Creo que quizás tengo que subir un poco. Y creo que quizás esas personas se equivocaron. Y volví al campamento.
Caminando con el viento a la espalda, Bukreev siguió la dirección en la que, a su juicio, debían hallarse los escaladores extraviados, según las instrucciones recibidas de Gammelgaard y Schoening, pero una vez transcurrido el período de tiempo que se le había indicado, no encontró a nadie. Pensando que Gammelgaard y Schoening se habían equivocado al describirle la dirección, Bukreev tomó una trayectoria diferente que pronto se volvió ascendente. El terreno era demasiado pendiente como para poder subir sin crampones, y Bukreev volvió al campamento, enfrentándose ahora directamente al viento.
P: ¿Volviste a preguntar a Lene y a Klev?
R: Sí, me asomé a la tienda, hablé con Lene y con Klev. Dije: «No he encontrado a nadie. ¿Por dónde están? Quizás tengo que subir». Ellos dijeron, no. Pero yo dije, caminé atravesando… nadie, sólo terminan las rocas. Y ellos dijeron que probablemente debía bajar un poco. Bien, dije, «Quizás es un pequeño error, quizás debo bajar un poco», dije. «Bien, probaré».
P: ¿Volviste a la tienda de los sherpas?
R: A todo esto eran ya probablemente algo menos de las dos, antes de las dos. Y salgo de mi tienda y voy a la tienda de Neal y hablo con él. Neal comienza a hablar un poco. Y también me habló de la cara del Kangshung y cómo él descendió. Pero cuando vi a Neal, no le pedí que viniera conmigo. Para mí, era como si… tampoco pregunté a Klev porque Klev viene y no es posible, pero vi a Neal y vi su cara. Lo había pasado terriblemente y estaba helado, temblando, y dentro de la tienda parecía muy pobre.
P: ¿Te preguntó por Scott, o le preguntaste tú por Scott?
R: No hablaba. No habló nada acerca de Scott. Yo entendía la situación, ya entendía. Yo trataba de encontrar a varias personas: dónde está Sandy, cómo está. Y luego vuelvo otra vez a la tienda de los sherpas. Y todo está en silencio. Los sherpas están dormidos, como los clientes. Todos los sherpas están dentro. Y vuelvo a salir hacia otra tienda, de la expedición de Rob Hall.
P: ¿Así que miraste en la tienda de los sherpas, y todos estaban durmiendo?
R: Durmiendo. No era posible. Yo veía la situación. Voy otra vez a la tienda de los sherpas de Rob Hall y pregunto si alguien puede ayudarme. Digo: «Tenéis que venir conmigo». Este sherpa dijo que tal vez vendría conmigo, y vio el tiempo y dijo «Está bien». Vi que sacaba su mochila, y yo le dije: «Está bien, voy a mi tienda y allí te espero». En cinco minutos tal vez estaría listo. Y entonces vuelvo a mi tienda con Lene y con Klev y me refugio un poco del viento y espero cinco minutos… nadie viene. Abro mi tienda y trato de salir, y veo venir al sherpa. Y me dice: «En realidad, no quiero salir contigo debido a esta situación, ningún otro sherpa viene conmigo, y no me gusta la situación». Le digo: «¿Por qué no te gusta?». Él dice: «Ningún otro sherpa viene. ¿Por qué tengo que arriesgarme? Sólo yo, y nadie más está dispuesto a venir conmigo». No sé quien era ese sherpa de Rob Hall, pero algún sherpa. Y al oír esto, comprendo. Vuelvo a salir corriendo, tomo mi oxígeno, y trato de salir para encontrar a esa gente.
P: ¿Trataste de buscar más oxígeno o seguías teniendo únicamente la botella que tomaste a Lopsang?
R: No. Esta es la situación. Tenía mucha prisa. La segunda vez que me acerqué al mismo lugar, pienso, vi una luz; tal vez Tim encendió aquella luz. Y vi a alguien que hacía una señal con la lámpara frontal. Quizás eran más de las dos. Y encontré a la gente. Todos estaban muy juntos. Llegué y dije: «¿Cómo estáis?», y la gente iba muy lenta, no podía, tenían la voz congelada, muy lentos, alguien como Tim, muy lento. Charlotte, no podía hablar.
Bukreev volvió a la misma zona en la que había buscado anteriormente, esta vez sin salir del «llano», y al escudriñar los alrededores descubrió la luz de Tim Madsen a unos treinta metros de distancia del punto en el cual, en su anterior intento, se había desviado en dirección ascendente.
Bukreev encontró a Madsen, a Pittman y a Fox acurrucados en un grupo compacto; Yasuko Namba yacía en el suelo, aparentemente inconsciente, y Beck Weathers no se encontraba a la vista. Tim Madsen dijo que en algún momento Weathers se había alejado del grupo.
P: ¿Estaban en pie, o…?
R: No, como sentados. Nadie, como…
P: ¿Sentados en el suelo?
R: Sí, sentados. La gente tenía mochilas y se habían sentado encima. Y esta situación… Al ver esta situación, saqué el oxígeno, primero abrí el té…
P: ¿Tenías un cartucho?
R: Tenía un solo cartucho de oxígeno. Tenía un termo de té. Y les di té, unas tazas. A Charlotte, Sandy y Tim. Y ellos bebieron el té. Entonces vi la situación. Sólo soy una persona y ellos son tres personas, y vi a Yasuko muy cerca, tal vez a dos metros de los otros. Y puse la máscara a Sandy.
P: ¿Sandy hablaba algo?
R: No, nada.
P: ¿Cómo se comportaba?
R: Sólo un poco, sólo estaba helada. Sólo Tim podía hablar un poco.
P: ¿Hacía algún sonido, Sandy?
R: Podía hablar un poco, Sandy. Para mí, era muy difícil hablar. Hace mucho viento y estoy muy cansado. No recuerdo exactamente. Pero ellos, sólo Tim decía: «¿Dónde están los demás?». Yo dije: «Estoy yo solo. Nadie puede ayudar». Y sólo tengo una botella de oxígeno. Y alguien no podrá venir conmigo. Sandy no podía decir nada. Charlotte, nada. La gente helada, muy helada, muy pocas fuerzas. Y Tim, muy lento; puede hablar muy poco. Comprendo. Y comprendo que esa gente no podrá sin ayuda. Digo: «¿Hay alguien que esté listo para venir conmigo?». Y Charlotte dice: «Sí, yo quiero ir». Digo a Tim y a Sandy: «Está bien. Sólo hay una botella de oxígeno. Compartid este oxígeno. Y, Charlotte, ven conmigo». Un minuto después vuelvo a ponerme la mochila, sostengo a Charlotte y comenzamos a caminar. Ahora sí llevo crampones, y un viento muy fuerte sopla directamente en nuestros rostros. Imposible ver nada. Sólo intento ayudar a Charlotte a mantenerse en pie.
P: ¿Charlotte tenía dificultades para permanecer en pie?
R: Si. Sólo podía andar un poquito, pero sin ayuda, imposible. También para mí es muy difícil. Todo el tiempo tengo que ayudarla en el balance.
P: ¿Equilibrio?
R: El equilibrio. Mantener el equilibrio. Pero hace mucho viento. Y comprendo, sin mis manos ella caería en seguida al suelo.
P: ¿La sostienes con el brazo derecho en torno a su cuerpo?
R: Sí. Ella lleva su mano izquierda en mi hombro.
P: ¿Ella camina en tu lado derecho?
R: Si, y yo me sujeto con la mano izquierda y caminamos. Y hace mucho viento para mí. En realidad yo estoy helado, ella está helada, ella no podía hablar mucho, pero muy despacio, paso a paso avanzamos. Pero son cuatrocientos metros, paso a paso. A veces paramos, si me parece un buen lugar para hacer un descanso, porque en otro sitio, si veo una roca, coloco encima a Charlotte, sentada. Porque desde el suelo es muy difícil ayudarla a ponerse en pie, pero desde las rocas es posible. Y un poco, tal vez tres, cuatro veces, hacemos estas paradas. Luego empiezo a reconocer este lugar, algunas basuras…
P: ¿Cartuchos vacíos de oxígeno?
R: Sí, botellas muy viejas. Mi crampón golpea con metal, lo noto, y comprendo que el campamento está muy cerca, probablemente doscientos metros.
P: ¿Charlotte ha intentado hablar algo durante todo ese tiempo?
R: No, no. Sólo habla poco, sólo dice «muy difícil» o algo así. Muy duro para ella. Tardamos mucho, más que yo en el camino de ida, tal vez cuarenta y cinco minutos. Ella es un robot, camina como un robot, yo creo. Yo también. Cruzamos el Collado Sur y veo algunas luces dentro de las tiendas, probablemente Pemba…
P: ¿No os hacen señales de luz?
R: No. Son ya probablemente las tres. Y cuando llego al campamento, tal vez son las tres. Le quito [a Charlotte Fox] los crampones, el arnés, todo, y ella entra en la tienda de Neal. Y pregunto a Neal: él está mucho mejor, vi la situación. Él usó oxígeno, y empezó a reponerse. Y Neal, le dije: «Tienes que ayudar a Charlotte». Y le quito la máscara de la cara y se la pongo a Charlotte, porque trabajo igual que un robot. Y ahora otra vez en esta situación, voy a la tienda de los sherpas. Esta vez vuelvo a preguntar en varias tiendas pidiendo ayuda. Dije que vi a Yasuko Namba…
P: ¿Volviste a las tiendas de Rob Hall y de los taiwaneses?
R: Sí, y pregunté otra vez. Voy, necesito relajarme, trabajo muy duro y no utilizo mi tiempo para relajarme, para descansar, sólo recorro una tienda y otra tienda, y vuelvo a intentar que alguien me ayude. Porque la primera vez tenía mucha prisa. Y ahora pregunto a algunos sherpas de Rob Hall, hablo de Yasuko Namba, y vuelvo. Vuelvo a probar con nuestros sherpas, con Pemba, con nuestros sherpas, mucho silencio, como gente dormida, no decían nada. Y voy dentro de la tienda, también enfrente de mi tienda hay tiendas taiwanesas. Abro algunas y pregunto: no, silencio. Y entonces voy dentro de la tienda. Estaba muy cansado. Son las tres. Y también digo a Pemba que dé un poco de té a Charlotte, y espero a que traiga té y Pemba trae té para Charlotte y Neal, y luego me trae un poco a mí.
P: ¿Lene y Klev están dormidos?
R: Lene también bebió un poco de té y le hablo de Charlotte y le digo: «Ahora, Sandy tiene oxígeno, y yo tengo ahora un gran problema con Yasuko Namba. Alguien, nadie me ayuda. Y es muy difícil para todos. Además no tengo oxígeno. Y ahora ellos tienen una botella de oxígeno. Pemba no podía encontrarlo, no lo encontró, y yo no encontré el oxígeno».
P: ¿Volviste a hablar con Pemba acerca del oxígeno?
R: Esta es la situación, esperé sólo un poco de tiempo, por si alguien podía ayudarme. Recorrí todas las tiendas de Rob Hall y esperé. Estaba muy cansado y también comprendo que nadie puede ser responsable de ayudarme. Salgo otra vez y entro en las tiendas de los sherpas; le quité a otro sherpa la máscara y la botella, las puse en mi mochila y corrí en busca de mis clientes. Y cuando llegué, eran probablemente las cuatro. Quizás las cuatro y cuarto, las cuatro y diez. Comenzaba a amanecer. Porque a las cinco empieza a haber luz. A las cinco ya se puede ver, un poco.
Y volví y encontré a esa gente, Tim y Sandy, y llevaban ya una hora utilizando oxígeno, quizás una hora. Y hablaron conmigo. Sandy empezó a hablar conmigo. Y yo le pregunté: «¿Cómo estás?» y la gente dijo «Bien». Y Sandy empezó a hablarme y yo entendía. Ahora, ella estaba mucho mejor.
P: ¿Qué hacía?
R: Yo dije: «¿Cómo estás?». Ella dijo: «Estoy bien». Yo dije: «¿Qué le ocurre a Yasuko?» porque está a dos metros de distancia. Y no pregunté si ellos habían dado té a Yasuko o no le habían dado. Yo había llevado, yo les di té. No pregunté si ellos le habían dado a ella oxígeno o té porque sólo una botella, tres personas juntas. Y para mí, una situación muy grave, estoy muy vacío, sin fuerza. Y para mí, yo también sólo trabajo como un robot. Sostengo a Sandy Pittman y la misma situación que Charlotte Fox.
P: ¿Tenías otro cartucho de oxígeno, no?
R: Se lo di a Tim.
P: ¿Qué dijo Tim?
R: Él sólo tomó la máscara y nada. También esta situación, también había llevado la segunda botella de té, creo. Yo he bebido muy poco, yo les doy de beber y empezamos a caminar. Y probablemente en torno a las cinco comienza la luz. Imposible decir que salió el sol, pero comenzó la luz y creo que probablemente a las cinco menos veinte, cinco menos cuarto llegamos. Yo estaba muy cansado, vacío, y tenía que ayudar a Tim, a Sandy, a entrar en la tienda, pedir té otra vez. Y necesito descansar ya. Y digo: «Pemba, espero el té para mí», y voy dentro de mi tienda. Sólo ayudo a Tim Madsen y a Sandy a entrar en su tienda, les ayudo a quitarse los crampones, el arnés, todo, las mochilas, ayudo a la gente a meterse en la tienda, cierro, hablo con Pemba, entro en mi tienda, para calentarme. Lene estaba cerca y me decía, «Anatoli, necesitas descansar. Necesitas oxígeno. Mira qué cara tienes, tienes un aspecto terrible», y yo le digo: «Estoy bien, no te preocupes por mí. ¿Qué está pasando con Scott?». Creo que él está en una situación muy difícil. Ahora todos nuestros clientes están en la tienda, sólo falta Scott. Creo que él está en situación difícil. Ahora sólo el problema de Scott. Pero creo que Scott es guía y tal vez logre sobrevivir mucho mejor que esos clientes. Y cuando viene Pemba, bebemos té y le digo a Pemba cuál es ahora la situación. Veo que la tormenta ahora ha perdido fuerza y empieza a haber luz. Y tenemos que enviar a dos sherpas con oxígeno en busca de Scott. Y tú entiendes. Y él dice: «Sí, entiendo». Yo digo: «Trata de hablar con Lopsang y dos sherpas. Tenemos que enviar ayuda, para Scott, con oxígeno». Trata de encontrar oxígeno. Yo me introduzco en el saco de dormir y bebo un poco de té y pienso en Scott. Comprendo el problema, y no recuerdo mucho después de entonces, dormí como dos horas.
Lene Gammelgaard recuerda cómo volvió Bukreev a la tienda, después de traer a Pittman y de guiar a Madsen, que podía caminar sin ayuda. Dice Lene: «Desperté alrededor de las cinco de la madrugada, y él estaba de vuelta, y ya había luz, y no hablamos. Él estaba ahí sentado, absolutamente vacío. No le quedaba nada dentro. Y pensé, o percibí, o comoquiera que fuera, comprendí que él había logrado traer a Charlotte, a Tim y a Sandy, pero también tenía la sensación de que no había podido hacer nada por Yasuko y por el otro [Weathers] que estaba allí sentado. Entonces no lo sabía».