A menudo se hallan en el oficio de traductor escollos lingüísticos casi insalvables, pero que de un modo u otro se deben resolver de modo que se desmienta el viejo dicho de traduttore traditore. Así ocurre en esta magistral obra de Golding, tan llena de matices y de pasos sutiles de un tipo de idioma a otro, de la seguridad arrogante de los unos, pasando por el servilismo o la incultura de otros, a la serena naturalidad de otros más.
Todo eso se puede ir resolviendo al disponer de un contexto, y así se ha tratado de hacer en este caso, pero el título de la novela es algo más complicado, pues un título, presentado desnudo al lector, carece de contexto hasta que está bien iniciada la lectura. El título finalmente elegido es el que se ha considerado mejor, pero el traductor se considera obligado a advertir al lector de lo polivalente que es el original.
Golding utiliza el término antropológico de Rights of Passage en una multiplicidad de sentidos. Veamos:
El primer sentido, el antropológico, es el de ritos de iniciación, o de transición de la adolescencia a la virilidad. El segundo se refiere a los ritos de paso o cruce, en este caso del Ecuador, episodio clave de la trama, pero también el de la línea blanca trazada a ambos lados del palo de mesana, que señala la divisoria entre la oficialidad y los pasajeros «distinguidos» o «de nota», y la marinería y «gente del común».
Pero, además, en el título va implícito el juego constante de palabras entre rite (rito) y right (derechos), de igual pronunciación en inglés, de modo que intervienen asimismo los conceptos de «derecho de paso inocente», del derecho marítimo, e incluso de los derechos de(l) pasaje, esto es, los que confiere el precio pagado por la travesía y/o los derechos de los pasajeros como colectivo humano.
Hechas estas aclaraciones, queda descargada, al menos en parte, la obligación del traduttore de ser lo menos traditore posible.