Los periódicos de nuestros días están llenos de secciones especiales que van desde las páginas sobre la moda y los viajes hasta las noticias deportivas y los consultorios. Están también los números premiados en las loterías, la charlatanería numerológica y biorrítmica, las previsiones climatológicas que a veces no entiende nadie, los anuncios por palabras con sus códigos misteriosos (jo. busc. trab. enf. dipl.) y listas, encuestas y toda clase de material de relleno. Es fácil despreciar algunas de estas secciones, pero creo que contribuyen a que el periódico tenga vida y heterogeneidad. Además, las distinciones rígidas entre lo profundo y lo superficial suelen ser superficiales de por sí; detrás de los artículos que siguen hay unos cuantos temas serios y detrás de éstos unos cuantos asuntos superficiales. Un buen ejemplo de que lo serio y lo trivial son inseparables lo tenemos en el hecho de que los chistes de Gary Trudeau se publican no sólo en la página cómica del final de muchos periódicos, sino también en las páginas de opinión del New York Times.

Lo que sigue es un breve abanico de comentarios sobre diversas noticias secundarias, una trilla de la gacetilla, si se quiere (y si no se quiere, también).