Aún escasean en Rusia los ordenadores, el telefax y los escáneres

La información y los comisarios

Sin ordenadores, sin telefax, sin módem y sin escáneres, nuestra comprensión de los acontecimientos y situaciones rebasaría con mucha más frecuencia nuestro horizonte de complejidad. No es absurdo sugerir que el fracaso de la economía dirigida en la antigua Unión Soviética y la Europa del Este pudo deberse tanto a limitaciones teórico-informativas como a limitaciones políticas. Es muy posible que a los comisarios les fastidiara cada vez más la coordinación centralizada del creciente diluvio de datos sobre cosas como provisiones, vituallas y racionamientos. La situación es difícil de cuantificar, a pesar de su generalización. En la actualidad, cuando una impresora láser puede transformar un ordenador personal en una editorial o una imprenta, nuestra capacidad para clasificar y recuperar información va muy por detrás de nuestra capacidad para producirla.

Conforme se multiplican los informes de carácter profesional y empresarial, las publicaciones científicas especializadas, los diarios y otras publicaciones periódicas, las bases de datos y el correo electrónico, los manuales y otros libros, crece entre ellos exponencialmente la cantidad de interdependencias. Hacen falta nuevas formas de clasificar, ordenar y conectar con el tráfico de las autopistas de la información del futuro si queremos introducimos en los almacenes de datos en bruto que hay esparcidos en ellas. Necesitamos conocer un poco las ideas matemáticas y estadísticas básicas si queremos evitar la situación descrita por el informático Jesse Shera cuando parafraseaba a Coleridge: «Datos, datos por todas partes, pero ninguna idea para meditar».

Si podemos combinar conceptos de campos muy diferentes, el modelo jeffersoniano de los procesadores múltiples en paralelo es superior al modelo estalinista del procesador central único.[29] No necesitamos medios de comunicación bajo control ni altos funcionarios del partido que respondan mecánicamente a los dictados gubernamentales; lo que necesitamos es una prensa independiente y ciudadanos libres que sean conscientes de las imprevistas complejidades del siglo XXI.