Todos tenían su propio punto de vista[20]
Con las primarias, las asambleas de delegados, las convenciones regionales, un cúmulo de reglas sobre la elegibilidad, los continuos sondeos de opinión, las encuestas de los medios informativos y toneladas de sabiondez, los paniaguados cronistas de los candidatos demócratas tienen material de sobra para confeccionar argumentos que demuestren que su hombre va en cabeza.
Para corroborarlo no hay más que fijarse en las votaciones que tuvieron lugar en Nebrarkamassacalowa.
Los cincuenta y cinco delegados con derecho a voto que se reunieron para elegir representantes por este poco conocido estado clasificaron a los cinco candidatos como sigue:
Dieciocho delegados prefirieron Tsongas a Kerrey, éste a Harkin, éste a Brown y éste a Clinton. Doce delegados antepusieron Clinton a Harkin, éste a Kerrey, éste a Brown y éste a Tsongas. Diez miembros quisieron a Brown antes que a Clinton, a éste antes que a Harkin, a éste antes que a Kerry y a éste antes que a Tsongas. Nueve delegados prefirieron Kerrey a Brown, éste a Harkin, éste a Clinton y éste a Tsongas. Cuatro delegados antepusieron Harkin a Clinton, éste a Kerrey, éste a Brown y éste a Tsongas. Y dos miembros prefirieron Harkin a Brown, éste a Kerrey, éste a Clinton y éste a Tsongas (véase el diagrama).
Los partidarios de Tsongas adujeron impasibles que se emplease el método de la pluralidad de votos, en el que gana el candidato que más veces se vota en primer lugar. Con este método y dieciocho votos de primer lugar, Tsongas tiene las de ganar.
Siempre atentos a las recuperaciones, los partidarios de Clinton opinaron que tendría que haber un desempate entre los dos candidatos que obtuvieran más votos de primer lugar. En un desempate así, Clinton se deshace sin problemas de Tsongas (dieciocho delegados prefieren Tsongas a Clinton, pero treinta y siete anteponen Clinton a Tsongas).
Los muchachos de Brown tuvieron que ser más sutiles para dar con un método que permitiera a Brown ponerse en cabeza. Lo que recomendaron: que se eliminase primero al candidato al que se había votado menos veces en primer lugar (Harkin en este caso); que a continuación se redistribuyeran las preferencias de voto entre los restantes (Tsongas seguiría con dieciocho votos de primer lugar, Clinton pasaría a tener dieciséis, Brown subiría a doce y Kerrey seguiría con nueve); que de los cuatro candidatos que quedaran se eliminase al que se hubiera votado menos veces en primer lugar (Kerry en este caso) y que se redestribuyeran las preferencias de voto entre los tres restantes. (Brown tiene ya veintiún votos de primer lugar). Y continúa la criba de candidatos eliminando en cada etapa al que menos veces se ha votado en primer lugar. Utilizando este método, Brown es el ganador.
El encargado de la campaña de Kerrey alegó que habría que prestar más atención a la clasificación general y no sólo a las primeras opciones. Dijo que si se concedieran 5 puntos a cada voto de primer lugar, 4 puntos a cada voto de segundo lugar, 3 a cada uno de tercer lugar, 2 a los de segundo lugar y 1 a los colistas, cada candidato recibiría un número que reflejaría sin ambigüedades la cantidad de apoyo que recibe. Puesto que la cifra alcanzada por Kerrey, 191, es superior a las obtenidas por los demás candidatos, él es el ganador si se sigue este método.
Por último, Harkin, más gallardo, replicó diciendo que sólo deberían contar los encuentros hombre a hombre y que, enfrentado en duelo singular a cualquiera de los otros cuatro candidatos, el ganador es él. Por ejemplo, derrota a Kerrey por veintiocho votos a veintisiete, y a Clinton por treinta y tres a veintidós. Harkin dice que él merece por tanto ser el ganador absoluto.
Todos los números empleados aquí (y manipulados teniendo delante los trabajos de los matemáticos actuales William F. Lucas y Joseph Malkevitch y de los filósofos del siglo XVIII de Borda y Condorcet) tienen por objeto demostrar que la elección de un método de votación puede determinar a veces quién es el ganador. Aunque no siempre se producen las anomalías referidas, todos los métodos de votación están sujetos a ellas.
Tras oír los razonamientos de los candidatos y pesarlos, los nebrarkamassacalowanos recordaron el consejo que el viejo abogado dio a su protegido: «Cuando la ley esté de tu parte, golpea con la ley. Cuando los hechos estén de tu parte, golpea con los hechos. Y cuando nada esté de tu parte, golpea la mesa».
(¿Qué campañas y candidaturas salen beneficiadas o perjudicadas utilizando éstos y otros métodos de medición? Los candidatos procedentes de estados geográficamente grandes pueden aprender algo de los partidarios del senador Harkin, que sugirieron en broma durante las primarias que su hombre iba en cabeza. Al ganar en Minnesota, Iowa y Montana, representaba más territorio que los demás contendientes).