Cómo describir al nuevo famoso
Parece un chiste. El matemático es el individuo que, al ver el papel que tienen el dinero, la sexualidad y el poder en la fabricación de famosos, prefiere dedicarse a los números, los gráficos y la lógica. Padecer esta deformación profesional y poseer unas migajas de fama me han movido a escribir este capítulo sobre los aspectos matemáticos de la fabricación de personajes célebres, centrándome en el perfil del nuevo famoso que aparece a menudo en las páginas culturales y de espectáculos de los periódicos. Acomódese pues el lector y suponga durante unos minutos que es un matemático con ínfulas de retratista literario o de secretario de relaciones públicas. A continuación expongo al lector las directrices para redactar un artículo de estas características. (Las lecciones que hemos de aprender los demás van implícitas en el texto).
Ante todo hay que elegir a un sujeto acerca del cual, si es posible, ya se haya dicho algo, porque suele ser más fácil escribir sobre un candidato a famoso que ya está en el umbral de la sala periodística de los espejos que presentar a un completo desconocido. (Se corre cierto peligro, sin embargo, si el candidato es demasiado conocido por haber conseguido algo de peso, pues su imagen podría no ser suficientemente plástica). Acto seguido, exagérese en términos generales la importancia de la personalidad en cuestión. Multiplíquese, poténciese, hínchese. Afírmese que está en vanguardia de tal o cual movimiento, que es el símbolo de tal o cual tendencia, el líder indiscutible de tal o cual importante corriente, o el poseedor de alguna irrepetible combinación de rasgos físicos y psicológicos. No es tan difícil como parece a simple vista porque hay muchísimas dimensiones, o mezclas de dimensiones, en que medir y valorar a las personas, y casi ninguna se considera ya degradante, por muy detestable, inmoral o ridícula que sea.
Para perfilar el linaje y obtener resonancia histórica (tanta, al menos, como permita nuestra cultura del presente) interesa comparar a nuestro famoso en ciernes con alguna lumbrera con la que tenga algún remoto parecido, de aquí la mención de Woody Allen en el título. Una vez más por razones matemáticas, también esto es muy fácil de hacer a todos los niveles de la fama, sobre todo si se conoce a algún publicista listo o se tiene la costumbre de navegar por Nexis y otras macrobases de datos. Recordemos que en la Sección 2 vimos la facilidad con que pueden trazarse vínculos entre dos personas cualesquiera.
Una vez identificados los compañeros heroicos de nuestra futura estrella, la fórmula necesita un título con gancho. Pruébese con algo ingenioso y que refleje cierta desenvoltura popular, por ejemplo LA GUITARRA DE DREISER ENCUENTRA POCA RESISTENCIA, LLEVA MUCHA CARGA o UN RESPETO PARA EL ANTROPOLOGO JENKINS. Reanudemos las hipérboles con remozados elogios (recordemos que la repetición es una virtud) de las hazañas anteriores del personaje y del prestigio que tiene ya entre los entendidos. Es indispensable citar generosamente al propio sujeto manifestándose a propósito de su fama. La paradoja del mentiroso deriva en lógica del hecho de que la proposición «Miento» es verdadera únicamente si es falsa. La paradoja del famoso deriva del hecho de que la proposición «Soy famoso» es verdadera únicamente si la oye una cantidad suficiente de personas.
Para contribuir a la difusión de este mensaje de fama autógena busquemos el testimonio adulador de algunas personas que conocen a nuestro héroe y cuya vida y profesión están directa o indirectamente relacionadas con las suyas. (En matemáticas, esto se llama log[aritm]ística de los favores mutuos). Tampoco aquí hay pegas a causa del incalculable grado de conectividad que hay entre dos personas cualesquiera. En un campo concreto, este grado raya en lo incestuoso.
Para dar empaque al trabajo, espolvoréese finalmente con cifras y estadísticas que no vienen a cuento, con el resultado de alguna encuesta, con cifras de ventas o con algún artículo de periódico heterodoxo. A veces, cuanto más extemporáneas sean las cifras mejor. Échense unas cuantas frases de moda, organícese, púlase y ya lo tenemos: un retrato de la nueva celebridad. La fama, venga de donde venga, tiende de manera natural a crear más fama y, al final, a nadar en la abundancia de nuestra economía del acaparamiento, una economía crecientemente autorreferencial. Q.E.D. Y que san Euclides me perdone.
Deberes: escribir un artículo como el descrito sobre una persona que conozcamos. En el capítulo siguiente hay otros enfoques matemáticos que pueden resultar útiles.