Resultan asfixiantes esos escritos con una sola tesis que se formula al principio y que no hace más que repetirse y ampliarse del modo más previsible. Me recuerdan esas fiestas en que un invitado, no necesariamente de sexo masculino, nos acorrala con anécdotas aburridas e interminables, sin querer omitir ningún detalle ni desviarse de su consagrado método de exposición. Por el contrario, parte del atractivo que tienen para mí los periódicos se basa en su heterogeneidad y en sus aleatorias vías de acceso. Si quiero comprobar la sección de libros, los artículos de firma célebre, las noticias médicas o las crónicas de sucesos antes de enterarme de que el Banco Nacional ha subido los tipos de interés, puedo hacerlo sin ningún problema. Al fin y al cabo, el periódico es mío porque lo he comprado. Pues bien, he organizado este libro de modo semejante para que puedan hacer lo mismo los lectores que gustan de echar una ojeada a las restantes secciones antes de volver a la primera plana.
Los asuntos que trato en esta primera sección se refieren a la economía (sobre todo a la ridícula suposición de que su complejidad no lineal puede predecirse con exactitud), la guerra, las supuestas conspiraciones, el cuento chino de las grandes inversiones, y el poder político y sus malos usos. También analizo el lenguaje ambiguo, la estructura piramidal invertida de las noticias, propongo unos cuantos detalles psicológicos de interés y, como es natural, explico un poco de matemáticas.
Comienzo por ciertos temas relacionados con la toma de decisiones sociales. ¿Cómo juzgamos las alternativas? ¿Cómo decidimos los temas por votación? ¿Cómo repartimos los bienes de consumo? La inevitabilidad de tales opciones se deriva, entre otras cosas, del hecho de que dos de nuestros ideales políticos más básicos, la libertad y la igualdad, son incompatibles en su forma más pura. La libertad total se traduce en desigualdad y la igualdad dogmática conduce a la pérdida de libertad. Los titulares del New York Times de hoy, EL DERECHO A LA VIVIENDA ECHA UN PULSO A LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN, lo atestiguan de forma muy oportuna. El reparto proporcional de juicios de valor entre grupos enfrentados es otro problema clásico que se refleja generosamente en la prensa, ALBOROTO PUBLICO POR LA URBANIZACIÓN HARRIMAN es un ejemplo reciente.
Puede detectarse un destello de los aspectos matemáticos de estos asuntos en el chiste de los dos hermanos que discuten por un pastel de chocolate. El hermano mayor lo quiere todo; el menor se queja de que no es justo y dice que el pastel debería partirse por la mitad. Llega la madre y les impone el término medio. Da tres cuartas partes al hermano mayor y el cuarto restante al menor. La anécdota adquiere ecos sombríos si identificamos al hermano mayor con Serbia, al menor con Bosnia y a la madre con las potencias occidentales.
Para repartir con justicia un pastel hay un método mejor: que un hermano parta el pastel y el otro elija la parte que quiera. La madre no hace ninguna falta. Esta solución no se aplicará ni a Bosnia ni a Nueva York, pero es posible que el lector, para calentar el cerebro antes de abordar nuestra primera unidad, se pregunte cómo podría generalizarse el procedimiento. Imaginemos que la madre prepara un pastel y llama a su hambrienta prole. ¿Cómo se las apañarían sus cuatro hijos, George, Martha, Waldo y Myrtle, para repartirse el papel con ecuanimidad sin su intervención?[1]