Quería correr pero tenía los pies pegados al suelo, como si aquella figura fantasmal me estuviera reteniendo, impidiéndome huir.
Terri lanzó un grito agudo. Echó a correr pero dio un traspié y chocamos el uno contra el otro. Esto nos hizo reaccionar.
Miré por última vez aquella figura pálida y espectral. Su esquelética imagen resplandecía tenebrosa con la luz de las velas.
Se dirigió hacia nosotros. Su boca esbozó una malévola sonrisa. Tenía la mirada perdida, como la de una muñeca de porcelana.
Dimos media vuelta y echamos a correr a toda prisa. Terri se adelantó mientras escapábamos por aquel interminable túnel. Sus zapatillas golpeaban sonoramente el suelo. Me resultaba difícil alcanzarla por aquel suelo resbaladizo.
Sentía las piernas tremendamente pesadas y el pulso me latía con violencia en las sienes. Pensé que la cabeza me iba a estallar.
—¡Salgamos de aquí! ¡Deprisa, Terri!
Me volví para echar un último vistazo.
¡Nos estaba persiguiendo!
—¡Nooooo! —grité aterrorizado.
No hubiera debido girarme.
Tropecé con una roca puntiaguda y caí de bruces en el suelo.
Sentí un fuerte dolor en los codos y las rodillas.
Cogí aliento y di media vuelta rápidamente, a tiempo para ver las huesudas manos del fantasma acercándose a mi cuello.