Los aullidos cesaron de forma tan repentina como habían empezado.
Di media vuelta para cerciorarme de que estábamos a salvo… y entonces los vi. Sam, Nat y Louisa. Estaban todos juntos, apiñados detrás de un árbol cercano, partiéndose de risa.
Inmediatamente me di cuenta de que eran ellos quienes habían estado aullando. Les lancé una mirada furiosa. Qué se habían pensado.
Continuaron riendo un buen rato. Era increíble lo que estaban disfrutando con su bromita.
Dirigí una mirada a Terri, que se estaba sonrojando. Sentí que el calor me subía hasta la cara. Creo que a mí me estaba ocurriendo lo mismo.
Cuando finalmente dejaron de reír, les invité a que se acercaran para ver el esqueleto.
Ahora les tocaba a ellos asustarse.
Sam abrió los ojos desmesuradamente. Louisa lanzó un grito. Nat, el más pequeño, agarró a su hermana por la manga del jersey y empezó a lloriquear.
Terri rebuscó entre los bolsillos de sus tejanos y sacó un pañuelo de papel.
—No te preocupes —le dijo al niño. Le secó las mejillas con el pañuelo y le dio unos suaves golpecitos—. No es el esqueleto de una persona sino de un perro.
Nat se echó a llorar.
Louisa le rodeó los hombros con sus brazos. Estaba temblando.
—Chssst. No pasa nada —dijo para tranquilizarlo.
Pero Nat seguía desconsolado.
—Yo sé lo que le ocurrió a ese perro —dijo el niño entre sollozos—. Lo mató un fantasma. Los perros saben si alguien es un fantasma. Siempre ladran para avisar.
—Nat —prosiguió Terri con voz suave—. Los fantasmas no existen. Son una fantasía.
Sam avanzó unos pasos, negando con la cabeza.
—Te equivocas —le respondió, mirándola con los ojos entrecerrados—. Hay muchos esqueletos en este bosque. Todo lo ha hecho el fantasma. Devora toda la carne hasta dejar sólo los huesos, y luego los abandona.
—Un momento, Sam —dijo Terri—. ¿Pretendes decirnos que hay un fantasma merodeando por este lugar? —Sam la miró fijamente, pero no respondió—. ¿Hay un fantasma? —insistió Terri.
La expresión de Sam cambió de repente. Sus ojos se abrieron de terror.
—¡Ahí está! —gritó, apuntando con el dedo—. ¡Detrás de ti!