La olla silbó cuando el agua hirviendo rebosó por el borde. Miré aterrado las oleadas de vapor que salían de la olla.

¿De verdad quería reducirnos la cabeza?

¿Iba yo a terminar acorchado y correoso, con la cabeza del tamaño del pomo de una puerta?

Controlé el temblor de mis piernas y miré a tía Benna. La miré intensamente. Observé sus ojos esperando los tres parpadeos.

«¡Deprisa! —rogaba en silencio—. ¡Deprisa; antes de que nos eche al agua hirviendo!».

Kareen observaba en silencio. «¿En qué estará pensando?», me pregunté. No veía su expresión. Tenía la cara oculta bajo el ala del sombrero de paja.

—Benna, es tu última oportunidad —anunció el doctor Hawlings en voz baja—. Porque os aprecio a ti y a tu sobrino, Benna. Hazlo por él, ¿vale? Dime el secreto, hazlo por Mark.

—No merece la pena, Benna —se entrometió Carolyn—. Te sería muy fácil transmitirnos la magia de la selva.

—No-no puedo —tartamudeó tía Benna.

—Entonces no nos queda más remedio —dijo el doctor Hawlings, casi con pena—. El chico será el primero.

Dio un paso hacia mí.

Tía Benna parpadeó. Una, dos, tres veces.

¡Por fin!

Con una mano temblorosa, saqué la cabeza del bolsillo.

La alcé frente a mí. Abrí la boca para pronunciar la palabra secreta, pero en ese preciso instante el doctor Hawlings me arrebató nuestro amuleto y lo echó en el gran montón de cabezas.

Luego arremetió contra mí, abriendo los brazos para agarrarme con las dos manos.

Me escabullí por debajo y me lancé sobre el asqueroso montón de cabezas.

Empecé a rebuscar frenéticamente con ambas manos. Cogí una, la tiré a un lado. Cogí la siguiente. La siguiente. La siguiente.

Estaban pegajosas y calientes, duras como pelotas de béisbol. El pelo se me enredaba en las manos. Los ojos oscuros me miraban ciegamente. Eran tan desagradables que se me formó un nudo en la garganta. Empecé a respirar entrecortadamente.

Detrás de mí, oía a mi tía peleando con el doctor Hawlings, enfrentándose a él para intentar mantenerlo alejado de mí.

Oí los gritos de Carolyn y los chillidos de alarma de Kareen.

Tema que encontrar mi cabeza reducida.

Tenía que encontrarla antes de que el doctor Hawlings se deshiciera de mi tía y me capturara.

Cogí una. La tiré. Cogí otra. La tiré.

¿Cómo iba a encontrar la mía?

¿Cuál era?

¿Cuál? ¿Cuál?