Encontraron las gafas de Watch junto a la sepultura. Adam casi esperaba descubrir manchas de sangre en ellas cuando las recogió. Pero sólo estaban sucias de tierra.
—Watch no podría caminar tres metros sin sus gafas —susurró Sally.
—Se habrá ido a su casa —repuso Adam.
—No —replicó Sally con tristeza.
—¿Qué estás diciendo? ¿No ves que se ha ido?
—Sí, pero no se ha marchado de aquí andando, Adam. Se ha desvanecido —añadió Sally con convicción.
—Yo no he visto que se desvaneciera —dijo Adam.
—Entonces, ¿qué has visto?
Adam estaba confuso.
—No sé. Estaba mirando hacia lo alto, hacia la torre —comenzó a explicarle, señalando por encima de los árboles esqueléticos la casa de Ann Templeton—. Había una especie de fulgor rojo en la ventana más alta de la torre —prosiguió, moviendo la cabeza y mirando el cielo—. Parece que es más tarde de lo que pensaba. ¿Nos habremos quedado dormidos?
También Sally parecía desconcertada.
—Yo sólo sé que me eché un momento en el suelo para descansar… Pero luego… creo que he soñado algo.
—¿Qué has soñado? —le preguntó Adam.
Los ojos de Sally reflejaron temor.
—He soñado con el día en que enterraron a la bruja. Vi cómo transportaban su cuerpo hasta este lugar. Todos tenían miedo. Pensaban que la bruja podría volver a la vida y devorarlos —dijo Sally, sacudiendo la cabeza como si deseara ahuyentar aquellas imágenes—. Pero sólo era un sueño.
—Tenemos que encontrar a Watch —dijo Adam mirando las gafas de su amigo. Dio media vuelta y se dirigió a la entrada.
Sally lo detuvo.
—Watch no se ha ido del cementerio —dijo con firmeza, plantándose delante de él.
—Entonces… ¿dónde está?
—¿Pero no lo entiendes? Encontró el último punto de la Senda Secreta —dijo Sally señalando la tumba de la bruja.
Adam, incrédulo, negó con la cabeza.
—¡Eso es imposible! ¿Por qué iba a ser el único en desaparecer? ¿Por qué no nos ocurrió también a nosotros?
—Él hizo algo… ¿Estás completamente seguro de que no lo viste?
—Ya te he dicho que no.
Sally comenzó a pasearse alrededor de la sepultura, sin dejar de reflexionar en voz alta.
—Watch trataba de imaginar qué significaba el acertijo de Bum. Y debió darse de bruces con la solución, a lo mejor por pura casualidad —dijo entonces, y repitió una vez más las palabras del vagabundo—: «La clave está en la historia de la bruja. Tenéis que seguir su vida, toda su vida, hasta el momento de su muerte. Y recordad, cuando la llevaron a su tumba, lo hicieron transportando el ataúd al revés, la enterraron mirando hacia abajo…». Watch no habrá podido ir hacia la tumba acostado mirando al suelo… No había nadie para llevarlo en esa posición.
Entonces Adam tuvo una idea.
—Tal vez estamos analizando el acertijo demasiado literalmente. A fin de cuentas es un acertijo. «Al revés» es, de algún modo, otra manera de decir «hacia atrás».
Sally se acercó a él con expresión pensativa.
—No entiendo.
Adam levantó el brazo y señaló la entrada del cementerio.
—Tal vez lo que Bum quería decir es que la bruja fue transportada hasta la tumba marchando hacia atrás, de espaldas. Quizá todo lo que tengamos que hacer es acercarnos a la sepultura caminando hacia atrás.
—¡Vamos a intentarlo! —exclamó Sally.
—Espera… ¿Qué pasa si funciona?
—Queremos que funcione, ¿no? Tenemos que encontrar a Watch para darle sus gafas —dijo Sally muy decidida y, tras unos momentos de pausa, añadió—: No será que vuelves a tener miedo…
Adam reaccionó ante aquella pregunta humillante.
—Para empezar, nunca he tenido miedo. Pero aunque podamos atravesar la puerta que nos lleve a otra dimensión… ¿cómo podemos estar seguros de que iremos a la misma que Watch? Bum dijo que había muchos Fantasville.
—Eso sólo lo sabremos cuando lo hagamos. En esta vida hay que correr riesgos.
Adam dudaba.
—Yo correré el riesgo. Iré solo. Tú te quedarás aquí montando guardia.
—¿Y contra qué he de montar guardia? Todo el peligro procede del otro lado. Me voy contigo.
—No, tú misma lo has dicho, podría resultar peligroso.
Sally lo miró fijamente.
—No estarás tratando de impresionarme, ¿verdad? Porque en ese caso, no es necesario que te molestes. Me gustas tal como eres.
Adam suspiró.
—Sólo procuro que no te pase nada malo.
Sally lanzó un bufido.
—Adam, tú acabas de llegar. Yo crecí en Fantasville. Las cosas como puertas secretas o pasadizos oscuros son normales en este lugar —le explicó, y luego, cogiéndole una mano, prosiguió—: Ven, iremos juntos, apoyándonos el uno en el otro. De ese modo, si acabamos en el reino de la bruja, tendré a mi lado a un chico guapo para que me haga compañía durante toda la eternidad.
—¿De verdad te parezco guapo?
—Sí. Pero que no se te suba a la cabeza —añadió Sally—. ¿Y tú me encuentras guapa?
Adam se encogió de hombros.
—Bueno, sí, supongo que sí… No estás nada mal…
Sally le atizó un bofetón.
—¿Nada mal? ¿Que no estoy nada mal? Oye, niño, todavía tienes que aprender muchas cosas acerca de las mujeres inseguras —exclamó—. Y ahora, vamos a lo nuestro antes de que comience a perder los nervios.
Adam sintió en la suya la mano temblorosa de Sally.
—Tienes miedo, ¿verdad?
Sally asintió.
—Estoy aterrorizada.
—Yo también —reconoció, apretando con fuerza las gafas de su amigo entre sus dedos—. Pero tenemos que intentarlo. Watch podría hallarse en peligro.
—Parece que estés interpretando el papel del héroe en la película de la semana —dijo Sally.
—Bueno, me han llamado cosas peores.
Caminaron juntos hasta la entrada del cementerio. Luego, siempre cogidos de las manos, iniciaron la marcha atrás, en dirección a la sepultura. No resultaba fácil andar de espaldas porque debían mirar continuamente de reojo para no tropezar y caer.
Mientras se aproximaban a la tumba, Adam sintió que el corazón retumbaba en su pecho cada vez con mayor fuerza. El cielo parecía todavía más oscuro y, por el rabillo del ojo, le pareció distinguir una luz roja titilando en lo alto de la torre del castillo. También pensó que veía la silueta de la hermosa y enigmática mujer haciéndole señas, como si le llamara. Sonriéndole.
Antes de lo que esperaban, llegaron a la sepultura.
De repente, se desencadenó un fuerte viento y el polvo que levantó les azotó el rostro y los cegó.
—¡Adam! —gritó Sally.
Adam sintió que trastabillaba… Y que caía como desde un acantilado, por una especie de precipicio más allá del mundo conocido.
La tierra había desaparecido bajo sus pies; el cielo dejó de existir. Caía, pero era como si flotase.
Continuó sujetando con fuerza la mano de Sally, aunque su amiga podría hallarse a un millón de años luz, no podía verla. De hecho, no veía nada, ni siquiera el negro remolino que tan pronto lo levantaba en el aire como lo dejaba caer en el vacío más profundo y oscuro. Lanzándole hacia otro tiempo, hacia otra dimensión.