El único recuerdo que tengo entre mi caída y mi aparición en una camilla de la sala de emergencias del Hospital Saint John’s de Springfield es ir acostado en una combi, que debía ser una ambulancia, y sentir que algo me apretaba alrededor de la boca. Me estaban dando oxígeno. Es la imagen de un segundo, nada más. Ni siquiera recuerdo a Pablo que viajaba a mi lado.
Dentro de mi cabeza sonaba una canción brasileña cantada en inglés, pero no puedo acordarme cuál.
Cuando era chico, cuatro o cinco años, mi viejo volvía del trabajo con el diario Crónica. A mí me gustaba ver la tira cómica que se llamaba «Lolita». Era una tira muda y con chistes que nunca terminaba de entender. Entonces mi viejo todos los días apenas llegaba se sentaba conmigo y me explicaba la historieta. Siempre empezaba diciendo «pasa lo siguiente».
Pasó lo siguiente:
Mientras Vincenzo y yo habíamos ido a buscar a Harry el Sucio y a Bob Patiño, los chicos se habían apresurado a tomar las entradas de la escuela. En realidad, no querían que el poco público que había venido a ver el partido de lacrosse se fuera sin llevarse el volante sobre la reincorporación de Lou. Parece ser que en la entrada principal ya había algunos autos de la policía solicitados por los detectives Briscoe y Malo. Ellos dijeron después que los habían pedido por Bob y Harry. Estoy seguro de que era por nosotros.
Muy rápidamente llegaron más móviles policiales. Evidentemente, la vieja tradición europea y sudamericana de tomar escuelas no es algo visto con buenos ojos por las autoridades norteamericanas. Sobre todo si los que están a la cabeza de la toma son en su mayoría europeos, sudamericanos y una india chippewa. No hubo un solo intento de negociación. La orden era sacarnos de ahí como fuera. Y, como nos resistimos al avance policial, fue a los golpes: empezaron a llevarse gente de los pelos y atacaron con balas de goma.
El resultado fue once alumnos heridos por la policía y veinticinco detenidos. Entre los que se llevaron presos, estaban Lou, Edwidge, Taslima, Cornelia, Milena, Lorrie, Joyce, Wes, Vincenzo y Ji-Sung. Entre los heridos, Almudena (corte en el hombro izquierdo), Sylvia (luxación de tobillo derecho), Viggo (contusiones en la nariz y los labios) y Alexandros (cortes en los hombros, distensión muscular en ambos brazos y golpe en ojo derecho sin pérdida de visión ni desprendimiento de retina).
Cuando Markus y Dylan nos dejaron rumbo al vestuario, ellos fueron hacia la puerta posterior donde se cruzaron, a la altura del estacionamiento, con Bob y Harry. Se escondieron detrás de un auto antes de ser vistos. Permanecieron ahí hasta que se dieron cuenta de que Bob y Harry iban hacia el comedor donde estábamos nosotros. Cruzaron el estacionamiento y en ese instante, salía de los vestuarios Vincenzo con unos palos de béisbol. Los tres fueron juntos al comedor y llegaron con el último aliento para golpear a Bob y a Harry antes de que dispararan sobre mí.
La segunda y la tercera ambulancia que salieron de la escuela fueron para Harry el Sucio y Bob Patiño. La primera fue para mí. Según el informe de la policía de Springfield, fui herido por Harry y Bob. Ellos tenían balas de guerra y yo fui herido por balas de goma, es cierto, pero tampoco se puede estar en todos los detalles.