I

Cuando casi dos horas más tarde volvimos a la cafetería de Tom, no estaba ninguno de los chicos. Los encontramos en el campo de deportes de la escuela. Ji-Sung intentaba explicarles los principios básicos del lacrosse. En cuanto pude, lo llevé aparte a Alexandros.

—¿Vos sabés mucho de computadoras, no? Me contaste que habías inventado un virus y todo.

—Por supuesto, acordate de que los griegos fuimos los que inventamos a los troyanos.

—¿Se pueden limpiar partes de una pantalla de video chat? ¿Sacar una de las cámaras y cortar partes?

—Más fácil que jugar al lacrosse. Eso seguro.

Cuando terminó la clase práctica de Ji-Sung, Pablo y yo fuimos con Ezequiel a Mac Donald’s. Mientras comíamos nuestros Big Mac, le contamos todo lo que nos había dicho Lou. Ezequiel no pudo tragar las últimas papas.

—¿Y Lou cuándo piensa ir a buscar el CPU a la reserva indígena?

—No nos dijo. Tal vez mañana después de la sentada en la cárcel.

—¿No era más fácil copiar la charla en un CD y después borrarla del CPU?

—Sí, qué sé yo. Estaba asustada.

—¿Y mañana?

—Y mañana vamos a la sentada. No la vamos a dejar sola.

—¿Vamos a hacer 500 kilómetros?

—Como ir a Mar del Plata. No es tanto.

Fuimos hasta la terminal de ómnibus. Un micro salía a las seis de la mañana, así que podíamos llegar a Missouri antes del mediodía. Sacamos tres pasajes y nos volvimos a la casa de los Flanders. Cenamos con ellos un jamón asado al horno con clavo de olor y azúcar, y colcannon, una especie de puré de papa mezclado con cebolla y repollo. Jo nos contó que eran dos típicas recetas irlandesas. Esta vez fui yo el responsable de agradecerle a Dios los platos que íbamos a comer. «Y que mañana salga todo bien, diosito», pedí para mis adentros. Nos devoramos todo lo que había y nos retiramos a la habitación. Por Internet buscamos la dirección de la prisión de Springfield, Missouri. Nos acostamos y, antes de quedarnos dormidos, Ezequiel nos explicó las reglas básicas del lacrosse que había aprendido ese día. Era como un padre contándoles un cuentito a sus hijos para que se durmieran.