Diario de Henry Holmes Goodpasture

17 de abril de 1881

Esta noche hemos vuelto a Warlock, convertida en un hervidero de conjeturas. En varios sitios de la ciudad —¡uno en la fachada de mi tienda!— han aparecido misteriosamente esta mañana diversos pasquines que condenan a muerte a Blaisedell por asesinato a sangre fría, enumerando a Curley Burne y Billy Gannon entre sus víctimas, ¡y están firmados por Abraham McQuown como Jefe de los Reguladores!

Yo no he visto ninguno, porque los han arrancado, pero a la derecha de mi puerta se ven los agujeros de las tachuelas en la pared de adobe, y Kennon asegura haber visto uno en el Almacén de Forraje y Grano. Anoche se vio por la ciudad a Dechine, un pequeño ranchero, vecino de McQuown, y se supone que fue él quien los puso. Lo que no se sabe es quién los ha arrancado, posiblemente alguien que deseara guardarlos; se rumorea, sin embargo, que el autor puede ser Morgan, el minero cojo que trabaja para la señorita Jessie, o el propio Blaisedell.

El nombre de McQuown, de nuevo en boca de todos, es como el retorno de un espíritu maligno hace tiempo desaparecido. Muchos piensan que sólo se trata de una broma pesada que nos han gastado algunos conciudadanos, pero para la mayoría de nosotros la expresión «Jefe de Reguladores» no presagia nada bueno. Si es una broma, resulta cruel; toca muy de cerca a nuestros temores, y los nombres de Billy Gannon y Curley Burne se han escogido acertadamente.

No hemos oído hablar de otra cosa desde que hemos llegado al anochecer. La ciudad rebosa de gente; no sé cómo se divulgan al instante por todo el valle las noticias de este género. Nosotros, la delegación, hemos vuelto pertrechados de argumentos para defendernos y justificar nuestra derrota en Bright’s City; lo que nos ocurrió allí no interesa a nadie.

La impresión de los más perspicaces de la ciudad es que los carteles son algo más que una broma, pero menos que una abierta declaración de guerra; podría ser una estratagema, un farol, o un dramático gesto en pro de la rectitud. Desde luego han contribuido a suscitar y confirmar sospechas sobre la tragedia de Curley Burne. La simiente que quizá pretendieran esparcir ha caído en terreno abonado. Por otro lado, ¿puede permitirse McQuown un farol semejante sin nada que lo sustente? ¿O se trata de un intento de levantar a Warlock contra Blaisedell para que seamos nosotros quienes lo echemos evitando así a McQuown el esfuerzo y el peligro? Si eso es cierto, McQuown se ha equivocado lamentablemente al juzgar nuestro carácter.

Los mineros, según tengo entendido, tienen la impresión de que es una artimaña de MacDonald, ya que era el jefe de los antiguos Reguladores. Piensan que McQuown puede haberle ganado la partida a MacDonald, pero que ellos, los huelguistas de la Medusa, constituyen la auténtica presa, y Blaisedell sólo un subterfugio.

La ciudad es un hervidero de discusiones, conjeturas y aterradoras expectativas. No obstante hay muchos en Warlock que están ansiosos por que se produzca una confrontación, que, a su parecer, sólo puede plasmarse en un desafío callejero entre Blaisedell y McQuown. Este último no puede ser tan estúpido, ciertamente, como para batirse en duelo (¡ah, pero también dije lo mismo de Curley Burne!), y sin embargo puede pensar que ahora posee cierta ventaja moral.

El Comité de Ciudadanos celebrará una reunión mañana por la mañana.