Diario de Henry Holmes Goodpasture

10 de febrero de 1881

Las gaitas tocan El mundo al revés. Clay Blaisedell está en Bright’s City, en espera de juicio. Se ha presentado allí cumpliendo su propia orden de detención, prefiriendo, evidentemente, no entregarse aquí a los ayudantes del sheriff; tal como conviene a su dignidad y posición social.

Los rumores se han disparado. Su iniciativa ha dejado estupefacto a todo el mundo. Proclamamos que no necesita justificarse ante un tribunal, incurriendo además en grave peligro al ponerse a merced de un juez y un jurado que tantas veces han obrado como débiles criaturas ante los deseos de McQuown. Aunque quizá vea yo la necesidad. Blaisedell debió de sospechar inmediatamente después del enfrentamiento lo que por aquí ya es un insistente rumor: que Billy Gannon no estaba con los asaltantes de la diligencia. Y ha debido considerar que el hecho de que Billy Gannon hubiera matado a un miembro de la partida uniéndose luego a quienes en realidad eran los verdaderos bandoleros con objeto de tenderle una emboscada, no alteraba los fundamentos de la causa. Si eso es verdad, he de decir que ha actuado correcta y honorablemente.

Me pregunto si Blaisedell es consciente de que debe responder ante el tribunal tanto por sí mismo como por el Comité de Ciudadanos.

15 de febrero de 1881

Es una lástima que Blaisedell se fuera tan pronto a Bright’s City y no estuviera aquí para disfrutar de la gloria por su hazaña en el Corral Acme, al menos mientras duraba su esplendor. Porque al cabo de una semana su triunfo ha perdido lustre. ¡Ah, el fulgor de unos pocos momentos de heroísmo, audacia y valor! En su luminosidad, doblamos la rodilla ante el Héroe, nos deleitamos al calor de su Proeza, proclamamos su valía, lo rodeamos de alabanzas, lo endiosamos y, en resumen, lo convertimos en lo que ningún mortal jamás puede llegar a ser. Somos una estirpe apegada a la tradición en un país nuevo, pretendemos venerar al rey en una República, adorar a los héroes en una sociedad materialista. Vivimos en un país y una época en que cualquier empleado de banca o un vulgar trabajador puede convertirse en un forajido famoso, y todo aquel que viva al margen de la ley puede verse elevado a la categoría de santo en canciones y leyendas, como Robin Hood, y en donde un Colt Frontier modelo Excalibur puede adquirirse en cualquier armería por veinte dólares.

Pero ésa no es sino una de nuestras facetas, pues también somos cínicos y envidiosos. Mientras la mitad de nuestra naturaleza se dedica a crear héroes que adorar, la otra intenta abatirlos sin cesar poniendo al descubierto sus pies de barro, con objeto de catalogarlos como meros individuos afortunados, o como autores de delitos mal conocidos, para así reducir a polvo en los molinos de la envidia a los grandes e ilustres entre nosotros, restituyéndolos al tamaño común.

Así, rápidamente, como he dicho, el lustre de Blaisedell se ha empañado. Como avergonzados de nuestra exuberancia inicial, empezamos a atemperar nuestras alabanzas y sonreímos un poco ante las exageradas versiones de los hechos. Porque, ¿no haríamos el ridículo si surgieran pruebas que demostraran que la participación de Blaisedell en el tiroteo del Corral Acme fue censurable? ¡Qué cobardes somos!

Con todo, es una reacción ante lo mucho que esperábamos de él en un principio. El balanceo del péndulo es inevitable, y, según espero, se detendrá en el justo medio. Pero de momento la mofa ha sustituido a la adulación, como paso a explicar seguidamente.

Blaisedell, al fin y al cabo, iba acompañado por Morgan, pistolero de no poca experiencia.

Se ha reconsiderado a los antagonistas de Blaisedell. Somos conscientes de que sólo eran cuatro, y uno ni siquiera participó en el tiroteo. Su ineficacia inspira compasión.

Incluso yo siento algo de piedad por ellos, pero me desespero al encontrarme con actitudes que van más allá de la piedad. Por ejemplo, he oído que se recuerda a Pony Benner como un individuo amable aunque algo violento que lamentablemente se granjeó la desaprobación general cuando mató a nuestro barbero… ¡en defensa propia! Parece ahora que el barbero ofendió a una mujer respetable en presencia de Pony, quien se lo recriminó, a raíz de lo cual el barbero se abalanzó sobre él navaja en ristre. No tengo idea de quién haya podido ser esa digna mujer.

Incluso lo bueno de Calhoun perdura después de su muerte, mientras lo malo enterrado queda con sus huesos. El hecho indiscutible de que intentaba matar a Blaisedell por la espalda se pasa por alto con el argumento de que quería proteger a su amigo Billy Gannon.

El pobre Billy, a su vez, ha dejado de ser Billy el Niño, el que mató a Brown, el ayudante del sheriff, en el salón de San Pablo por tratar de hacerle beber a la fuerza un vaso de whisky, para convertirse en un muchacho a quien obligaron a participar en un duelo que no deseaba. Al morir se ha hecho más joven, y he oído que ahora le atribuyen dieciséis años de edad, en vez de los dieciocho o diecinueve de antes.

Cómo puede oscilar la marea del sentimiento, y cómo ha cambiado desde la noche en que buena parte de la ciudadanía intentó linchar a esos tres «inocentes», y sólo la presencia de Blaisedell los salvó. Los hombres son bárbaros, no perversos, dijo Rousseau, que no conocía Warlock.

Corre un infame rumor que me pone furioso. Es evidente que ha surgido de otro que ya circulaba antes del duelo del Corral Acme. Consistía el primero en que no fueron los «inocentes» quienes robaron la diligencia, sino Morgan con algún cómplice desconocido. Ahora los cómplices ya tienen nombre. Se trata del guardaespaldas de Morgan, Murch, y… ¡Blaisedell! Al parecer los vaqueros se enteraron de algún modo, lograron pruebas contundentes, y vinieron a Warlock para establecer su inocencia, difundiendo la noticia. En consecuencia, Blaisedell y Morgan tenían que matarlos inmediatamente, para que la verdad no saliera a la luz.

¡Ah, qué repugnante! De hecho, no he oído afirmarlo a nadie, quienes me lo han dicho no lo creen en absoluto. Dicen que en principio el rumor partió de Taliaferro, competidor de Morgan y verdadero canalla. Esa patraña sólo puede venir de alguien que profese a Blaisedell un odio absoluto e implacable. Sospecho de McQuown, que debe odiar a Blaisedell de ese modo: como alguien debe odiar a otro cuando ha querido perjudicarlo con malas artes, y ha fracasado en el intento.

18 de febrero de 1881

Blaisedell irá a juicio para determinar si las muertes de Billy Gannon y Pony Benner fueron asesinatos, o un acto en defensa propia[15]. Si es culpable, nosotros, los del Comité de Ciudadanos, no podremos ser castigados por nuestro crimen, mientras que Blaisedell sí.

Ahora pienso mucho en Blaisedell, lo mismo, desde luego, que cualquier otro ciudadano de Warlock. Me sorprendo pensando en él con tristeza, debido a los bulos que, in absentia, circulan sobre él y que, a lo largo de los años, seguramente quedarán asociados en cierto modo a su nombre en la memoria de los hombres. Tristeza, también, porque es un buen hombre, estoy convencido, noble, sobrio y sensato, una persona decente y honrada; y al final, por supuesto, lo acabarán matando. ¡Probablemente morirá en una descarada trampa como la que le tendieron en el Corral Acme! Y si no es aquí, será en otra parte. Al fin y al cabo, su oficio es matar; como vive del revólver, sin duda perecerá por el revólver. Otros pistoleros, o aspirantes a pistoleros, se sentirán llamados de cuando en cuando a poner a prueba su temple o a usurpar su fama, y algún día, aun si no llegan a matarlo a traición, comprobará que a su mano ya le falta la necesaria rapidez.

Es curioso que a un hombre como Blaisedell, en la misma medida que a forajidos como Calhoun, Benner, Curley Burne y McQuown, se le considere un «pistolero». Eso describe más a alguien en cuyos asuntos es peligroso inmiscuirse que a un individuo con instintos homicidas, pero el término tiene connotaciones desafortunadas, y me molesta cada vez más cuando lo oigo aplicado a nuestro comisario.

Es evidente que Blaisedell debe disfrutar del papel de ángel con espada o, de lo contrario, no lo desempeñaría, pero ¿acabarán llamándolo demonio? Seguramente saldrá absuelto y su nombre quedará limpio en el juicio. Hay muchos aquí que irían andando a Bright’s City a testificar en su favor, si fuera necesario.

22 de febrero de 1881

El juicio dará comienzo mañana. Buck ha ido en compañía del médico, Morgan, los hermanos Skinner, Sam Brown y un numeroso grupo de conciudadanos. En cuanto a mí, he desistido de hacer el pesado viaje a Bright’s City puesto que no tengo nada que ofrecer al tribunal salvo mi elevada opinión de Blaisedell. Tampoco me gustaría ver a nuestro comisario interrogado ante la tribuna del jurado, llena de botarates de Bright’s City. Los del Comité de Ciudadanos que han ido al juicio llevan otra petición al general Peach para que legalice la situación de Warlock. Ojalá hubiera contado todas las peticiones que se le han formulado hasta el momento. Sin duda, ésta hallará el mismo destino que las otras, aunque hay cierta esperanza de que el general Peach se vea obligado a constatar, debido al juicio, los extremos a que hemos llegado por culpa de su negligencia. Los que van a prestar testimonio están advertidos de que no deben dejar de mencionarlo en el tribunal siempre que sea posible.

Se ha informado de la muerte de un buscador de oro en los Dinosaurios, y en consecuencia ha surgido otro aluvión de rumores sobre los apaches. Desazona pensar que Peach no dudará en hacerles caso y enviar a la Caballería para reconocer el terreno, pero no escuchará nuestras peticiones de legalización. No todos los apaches tienen la piel oscura.

También hay noticia de tropas mexicanas patrullando a lo largo de la frontera, probablemente para impedir el paso a los cuatreros. A Blaikie lo han herido en una mano en un enfrentamiento con ladrones de ganado, y según me han dicho, Gannon, el ayudante del sheriff, ha ido a investigar el asunto. Me extraña que no asista al juicio. Por las noches se le ve deambulando por las calles, mientras Schroeder se ocupa de la cárcel durante el día; más taciturno que nunca, de aspecto cadavérico, los ojos como ardientes cavidades en el cráneo. Pobre hombre, unos lo condenan por haber intentado proteger al rufián de su hermano, y otros por no haber tratado de vengar al héroe que llevaba su mismo nombre.

25 de febrero de 1881

El juicio se ha retrasado una semana y los testigos han vuelto, refunfuñando. Parece que Friendly, que supuestamente había huido del territorio, está en Bright’s City. Testificará contra Blaisedell. Es un individuo a quien cualquiera reconocería a primera vista como un embustero de nacimiento. Blaisedell no está en la cárcel, sino que reside en el hotel Jim Bright, donde pasa el tiempo jugando a las cartas. Hay ciertos comentarios sobre el hecho de que no haya vuelto aquí a esperar el comienzo del juicio, pero entiendo perfectamente que no quiera hacerlo.