El Corral Acme

I

(Del testimonio de Nathan Bush, mozo de cuadra del Corral Acme, tomado bajo juramento y publicado en el Bright’s City Star Democrat).

Nate Bush estaba solo en el Corral Acme cuando Billy Gannon, Luke Friendly y Pony Benner entraron a caballo. Calhoun no iba con ellos. Habían llegado a Southend por Medusa Street. Eran aproximadamente las nueve de la mañana, quizás algo más tarde.

«Ve a decirle a Blaisedell que hemos venido», le dijo Billy Gannon. Llevaba dos revólveres. Pony Benner lanzó unos cuantos juramentos extravagantes sobre lo que pensaban hacer con Blaisedell y Morgan. Friendly no dijo nada.

Cuando Bush salió del corral, ellos estaban desmontando. Fue a buscar a Blaisedell y se encontró con Schroeder y Skinner que salían del Boston Café. Schroeder le dijo que fuera a decírselo a Blaisedell. El comisario se encontraba en su habitación del General Peach, afeitándose. Bush le contó lo que pasaba, y el comisario se limitó a preguntarle dónde estaban, le dijo que iría inmediatamente y continuó afeitándose.

Bush volvió entonces y contó a unos cuantos vecinos que se encontró por el camino que habían venido los vaqueros. En la esquina de Southend con Main, frente al almacén de Goodpasture, ya se había congregado un grupo de personas bastante numeroso.

II

(Del testimonio de Carl Schroeder, ayudante del sheriff.)

Eran poco más de las nueve cuando el ayudante Schroeder vio aparecer al comisario por la esquina del General Peach. Blaisedell no llevaba chaqueta, pero sí sus dos pistolas con la culata de oro. Era la primera vez, que Schroeder supiera, que se veían en Warlock.

Informó a Blaisedell de que eran tres, y se ofreció a ayudarlo en lo que fuera, pero Blaisedell le contestó: «Se lo agradezco mucho, ayudante, pero me parece que esta pelea es sólo mía». Schroeder deseaba prestarle ayuda, pero no le extrañó que el comisario no la aceptase. Era consciente de que no manejaba bien la pistola.

Blaisedell siguió andando por el centro de Main Street hacia Southend. Frente al Lucky Dollar había un grupo de hombres, y cuatro o cinco caballos atados a la baranda. Algunos lo saludaron al pasar, recomendándole que tuviera cuidado y deseándole suerte. Con el viento se había levantado polvo, lo que resultaba molesto. Schroeder no vio a Morgan hasta que el jugador salió a la calle, abrochándose la canana mientras corría tras el comisario.

III

(Del testimonio de S. W. Brown, propietario del Billiard Parlor.)

Sam Brown se encontraba frente al Lucky Dollar con algunos otros cuando vio a Morgan salir del Glass Slipper, saltar la baranda, y, con el chaleco abierto y abrochándose la canana, echar a correr en pos del comisario Blaisedell.

El comisario caminaba en línea recta por la calle hacia la esquina, y los hombres le decían cosas como: «Esta vez, comisario, no se ande con contemplaciones con esos vaqueros». Y: «Cuidado con las artimañas de McQuown». O bien: «Estamos con usted, Blaisedell». Además de: «¡Buena suerte, comisario!».

El comisario no se daba por aludido. Pero no parecía preocupado. Iba con sus dos pistolas de oro, de las que todo el mundo había oído hablar y que ahora ofrecían un aspecto magnífico a la luz de la mañana. Llevaba la camisa remangada con unas ligas, como un empleado de banca. Era un espectáculo verlo, mientras seguía caminando resueltamente hacia Southend Street. Morgan lo alcanzó antes de que llegara a la esquina.

Brown oyó que Morgan decía: «¡Eh, espérame!». El jugador alcanzó al comisario. Había terminado de abrocharse la canana, y, como Blaisedell, iba sin chaqueta. Morgan solía llevar el revólver en una funda bajo la axila, pero ahora resultaba más adecuado así, y la pareja que formaban el comisario y él parecía suficiente para enfrentarse a tres vaqueros.

Oyó decir a Morgan: «Yo siempre estoy dispuesto para un duelo». Blaisedell le respondió: «Esta pelea no es cosa tuya, Morg»; y el aludido repuso, como ofendido: «¡Cómo puedes decirme una cosa así, Clay!».

Continuaron avanzando por la calle hasta la esquina y Morgan seguía hablando, pero para entonces ya estaban fueran del alcance del oído de Brown.

IV

(Del testimonio de Oliver Foss, conductor de la Compañía de Diligencias de Warlock.)

Oliver Foss se encontraba en la esquina del almacén de Goodpasture, junto a Buck Slavin, Pike y Paul Skinner, Goodpasture, Wolters y algunos más, cuando el comisario y Morgan avanzaban por Main Street. Por Southend se aproximaba un carromato, con Hap Peters conduciendo una pareja de mulas. Los animales y el carro levantaban una nube de polvo, y un perro iba corriendo y ladrando frente a la rueda de la parte del conductor. Foss gritó a Hap que se diera prisa en pasar, porque el polvo era molesto y sería mejor que se asentara antes de que el comisario llegara al corral de los hermanos Skinner.

Foss no alcanzaba a ver el interior del Acme, donde se suponía que estaban Billy Gannon, Pony Benner y Luke Friendly. Oyó que Morgan decía al comisario: «Puede que haya tres, pero a lo mejor hay gato encerrado». Morgan ostentaba aquella sonrisita suya, como si no tuviera a nadie en mucha estima, salvo a Tom Morgan, y tampoco le importara restregárselo a la gente por las narices. Ambos se detuvieron cuando el ayudante John Gannon salió corriendo de la cárcel, llamando al comisario.

John Gannon dijo al comisario: «¿Me da cinco minutos para ver si puedo hacer que salgan?». No lo dijo como si esperara conseguirlo, y cualquiera habría sentido compasión por él.

Blaisedell dijo que había advertido a los salteadores de caminos que no volvieran a poner los pies en Warlock, pero se detuvo un momento y a Foss le pareció que estaba dispuesto a atender a razones. Gannon insistió: «Comisario, deme cinco minutos y entraré ahí para…». No pudo terminar de decir lo que haría; hablaba a trompicones y daba la sensación de que se le había pegado algo al paladar. Daba verdadera lástima. Finalmente, explicó al comisario cómo podría él desarmarlos, pero para entonces hablaba en voz tan baja que apenas se le oía.

Blaisedell le preguntó si estaba seguro de poder hacerlo, pero John Gannon no contestó, y Morgan dio un leve codazo al comisario. Pareció entonces que Gannon iba a añadir algo más, pero no lo hizo y el comisario y Morgan siguieron por Southend Street, pasando frente a la vieja y combada valla del corral. Morgan se había ido separando del comisario, de manera que cuando llegaron a la altura de la puerta del corral se hallaban a casi cuatro metros de distancia; Morgan siguió avanzando unos pasos después de que el comisario torció hacia la puerta, situándose así a unos cinco o seis metros de Blaisedell cuando ambos se plantaron frente al Acme.

Aún pasarían unos momentos antes de que se iniciara el tiroteo.

V

(Del testimonio de Clay Blaisedell y Thomas Morgan.)

Cuando Clay Blaisedell y Thomas Morgan se situaron frente a la puerta del Corral Acme, justo en medio de la calle, ambos vieron en primer lugar a Luke Friendly. Estaba en la parte sur del corral, a unos siete metros de la puerta. Había tres caballos atados a su espalda, y el más próximo a él llevaba un rifle en la funda de la silla, en el flanco que tenía al alcance de la mano. Friendly estaba inclinado hacia delante, de manera que parecía más bajo de lo que era en realidad, y mantenía las manos al nivel de la cintura para sacar con mayor rapidez. Encorvado, con los brazos encogidos, daba la impresión de retroceder, aunque no se movía. Miraba a Blaisedell y Morgan como si no tuviera muchas ganas de pelea, ahora que se había parado a pensarlo.

Billy Gannon estaba en el centro y Pony Benner en el lado norte, cerca de la puerta. Billy Gannon llevaba dos revólveres; Benner, uno. Sus siluetas se recortaban contra la pared del Billiard Parlor, en la parte trasera del corral. Del recinto salían remolinos de polvo impelidos por el viento, pero tanto Blaisedell como Morgan alcanzaron a ver que una puerta del Billiard Parlor estaba entreabierta.

Blaisedell consideraba a Billy Gannon como el cabecilla del grupo, aunque Pony Benner podría ser el más peligroso. Friendly no planteaba excesiva preocupación, a menos que echara mano al rifle. Blaisedell llamó a Billy Gannon por su nombre y le dijo: «No tienes por qué enfrentarte conmigo, Billy».

Billy no contestó. Oyeron maldecir a Benner entre dientes. Morgan vio a Friendly mirar hacia la puerta del Billiard Parlor y, tapándose la boca con la mano, dijo a Blaisedell: «Yo me encargo de esa puerta. No te preocupes por ella».

Blaisedell intentó hablar de nuevo con Billy Gannon: «No hay por qué pelear, Billy. Tus compañeros y tú no tenéis más que montar y marcharos de aquí».

Billy replicó: «¡Saca las armas, hijo de p…!».

Blaisedell empezó a avanzar entonces. Seguía pensando que podría hacer que los bandoleros desistieran. Esta vez se dirigió a Benner: «No nos obliguéis a mataros, muchachos. Marchaos ahora mismo de aquí».

Billy Gannon volvió a decirle a gritos que sacara las armas, pero no hizo movimiento alguno para sacar las suyas y Blaisedell siguió andando. Pensó que quizá podría acercarse al muchacho para reducirlo por la fuerza, con lo que los demás podrían venirse abajo. Había comprendido que en el fondo no tenían ganas de pelear.

Morgan vio que la puerta del Billiard Parlor se abría de golpe y avisó a Blaisedell con un grito. El comisario también lo había visto, y se hizo a un lado al tiempo que aparecía un hombre con un rifle. No supo que era Calhoun hasta después. El individuo abrió fuego con el rifle y Morgan apretó tres veces el gatillo. Ésa fue la única vez que Morgan disparó. El del rifle dio un grito y cayó con los brazos abiertos hacia el corral. Morgan se volvió rápidamente para cubrir a Friendly, por si se le ocurría coger el rifle del caballo, pero vio que había perdido todo interés por el asunto.

Cuando Calhoun abrió fuego desde la parte de atrás, Benner hizo un gesto hacia el Colt, pero Blaisedell desenfundó y disparó. Pony salió proyectado hacia atrás con el sombrero rodando por el suelo, y no volvió a moverse. Billy Gannon había mirado por encima del hombro y parecía que iba a agacharse cuando sonó el tiro del rifle. A Blaisedell le pareció que el muchacho gritaba: «¡No! ¡No!», y cuando Billy se volvió para encararse con él, pensó que iba a levantar las manos. Pero entonces cambió de idea, o quizá se tratara de un truco, y decidió sacar. Blaisedell lo llamó otra vez por su nombre, pero Billy estaba demasiado cerca para que errara el tiro, y Blaisedell disparó en el mismo instante en que el muchacho acababa de desenfundar. Billy giró en redondo y soltó el Colt. Con el brazo derecho roto, colgando a un costado, sacó el revólver de la izquierda y llegó a disparar.

Morgan vio que Blaisedell daba un traspié, y saltó hacia delante, apartándose de la espalda de Blaisedell para disparar sobre Billy. Pero entonces Blaisedell volvió a apretar el gatillo y Billy cayó al suelo.

Friendly se acercó a ellos corriendo y gritando con las manos en alto. Se agarró a Blaisedell, diciendo a gritos que no había tenido nada que ver con que Calhoun estuviera allí y que él se habría negado a participar en algo así. Lloraba como un crío. Lo habían obligado a ir, afirmó, y él no había intervenido para nada en el asalto a la diligencia.

Blaisedell se lo quitó de encima y lo conminó: «¡Empieza a disparar o vete de la ciudad!».

Friendly se volvió apresuradamente hacia los caballos, todavía con las manos en alto. Morgan pensó que iba a zambullirse en el abrevadero. Observó que Blaisedell estaba herido en un hombro, pero no parecía más que un rasguño. Billy había caído sobre el revólver, y Morgan vio que intentaba sacarlo.

Blaisedell se acercó a él y se lo quitó justo cuando lo acababa de sacar. Billy le dijo: «Podría haberlo matado si no hubieran hecho eso —y añadió—: No sabía que iban a hacer algo así. ¡Ah, los asquerosos hijos de p…!».

Morgan fue a donde yacía el individuo que había caído en la puerta del Billiard Parlor y le dio la vuelta. Llamó a Blaisedell y le informó de que era Calhoun. Estaba muerto, igual que Benner. Friendly cogió su caballo y se lanzó al galope por Southend Street.

La gente ya empezaba a entrar en el corral, y Blaisedell dijo que fueran a buscar al médico.

VI

(Del testimonio de Carl Schroeder, ayudante del sheriff.)

Schroeder, el ayudante del sheriff, fue uno de los primeros en entrar en el Corral Acme después que cesó el tiroteo. Vio marcharse a caballo a Luke Friendly, galopando como alma que lleva el diablo. Pony Benner estaba muerto cerca de la puerta del corral y Blaisedell permanecía en pie junto a Billy Gannon, que aún seguía con vida. Blaisedell entregó a Schroeder un Colt de Billy y señaló el lugar adonde el vaquero había soltado el otro. Blaisedell estaba levemente herido en un hombro y sangraba un poco.

Billy Gannon estaba dando las últimas boqueadas, y Johnny Gannon entró corriendo y se arrodilló a su lado. Blaisedell se apartó de allí entonces. Morgan había ido a la parte trasera del corral, donde Calhoun yacía sobre un angosto pasadizo de adobe, junto a la puerta abierta del Billiard Parlor de Sam Brown. A su lado había un rifle. Había recibido tres balazos, uno le había entrado por la garganta y los otros dos en la parte izquierda del pecho, a menos de un dedo de distancia.

Schroeder preguntó a Morgan si Calhoun les había tendido una emboscada desde allí, y Morgan contestó afirmativamente mientras volvía a ponerlo boca abajo con el pie.

Se acercaron otros para ver el cuerpo de Calhoun y felicitar a Morgan, que se apartó de allí. Muchos más habían rodeado a Blaisedell. El doctor Wagner estaba inclinado sobre Billy Gannon, pero todos veían que no había nada que hacer.

Al cabo de poco el médico empezó a vendar la herida a Blaisedell, y Johnny Gannon dejaba a su hermano tendido en el suelo. Luego se acercó a Blaisedell y la gente, pensando que iba a haber otra pelea, se alejó. Sin embargo, Gannon sólo se limitó a decir a Blaisedell que Billy no sabía nada de lo de Calhoun, a lo que el comisario contestó que no le cabía la menor duda.

Schroeder se dedicó a preguntar si alguien había visto a Calhoun entrar o esconderse en el Billiard Parlor o algo así. El salón no abría hasta las once, excepto los domingos, pero Sam Brown le dijo que algunas mañanas dejaban abierta la puerta que daba al corral. Nadie había visto a Calhoun, lo que para Schroeder no tenía nada de particular; el caso era que Calhoun se había introducido en el Billiard Parlor con idea de dejar seco a Blaisedell, y no había por qué demostrar cómo había entrado allí.

Tal vez Billy Gannon y los demás ignoraban que Calhoun estuviera en los billares; en cuanto a él, le daba lo mismo. Porque aquello era cosa de McQuown, cualquiera podía verlo.

VII

(Del testimonio de Lucas Friendly, vaquero.)

Lucas Friendly había llegado a la ciudad con William Gannon, Thaddeus Benner y Edward Calhoun, para protestar ante el comisario, Clay Blaisedell, del injusto e ilegal destierro a que los habían condenado.

No habían ido a provocar disturbios. Sólo pretendían discutir el asunto con el comisario. No había razón para expulsarlos de la ciudad, medida que en cualquier caso era ilegal como todo el mundo sabía, menos quienes los odiaban y sus amigos. Tenían noticia de que el comisario era una persona razonable, y pensaban que podían convencerlo de que no habían tomado parte en el asalto a la diligencia de que tan inicuamente los acusaban, y del cual los había absuelto con toda justicia un jurado de Bright’s City. Durante el trayecto estuvieron hablando de lo peligroso que podría resultar su presencia en Warlock, pero consideraron que debían tratar la cuestión con el comisario de hombre a hombre.

El caballo de Calhoun se había quedado cojo poco antes de que llegaran a Warlock, de modo que los demás se presentaron en la ciudad antes que él. Dijeron a Nate Bush que buscara al comisario para decirle que fuese al Corral Acme a hablar con ellos. No querían andar por Warlock, ante el temor de que se produjeran enfrentamientos con algunos ciudadanos que estaban injustamente predispuestos contra ellos, y que podían ponerse nerviosos al verlos.

Calhoun llegó cuando Nate Bush ya se había marchado. Esperaron largo rato, pero el comisario no aparecía, y así, temiendo que Bush se hubiera entretenido, Calhoun entró en el Billiard Parlor para ver si allí encontraba a alguien que pudiera ir a avisarlo.

Pero justo entonces apareció el comisario por Southend Street. Cuando vieron que lo acompañaba Morgan, comprendieron que el asunto no tenía buena pinta, y a él mismo le dio rabia ver que el comisario venía acompañado de aquel fullero, y a todas luces con ánimo de pelea.

Tanto Billy Gannon como él pretendieron entrar en razones con Blaisedell, pero el comisario se limitó a gritar que sacaran las armas, ofendiéndolos con palabras soeces.

Billy era un muchacho impulsivo, y Friendly temía que ni Benner ni el chico aguantaran aquellos insultos. Les había advertido que mantuvieran la serenidad mientras él intentaba exponer sus argumentos al comisario. Pero estaba claro que era inútil, y que Blaisedell y Morgan venían con intención de matarlos. Morgan empezó a insultarlos y a llamarlos cobardes, incitándolos a desenfundar para que pareciese que eran ellos quienes provocaban la pelea.

Lamentablemente fue entonces cuando Calhoun salió del Billiard Parlor, y acto seguido Morgan empezó a disparar y Blaisedell desenfundó y abrió fuego contra Billy y Benner. El muchacho y Pony respondieron con sus armas, pero Blaisedell y Morgan, que habían sacado primero, los abatieron del mismo modo que a Calhoun.

Él, Friendly, no dejaba de gritar a Blaisedell que no habían ido a buscar camorra, tratando de detener el tiroteo. Pero era demasiado tarde. Para entonces ya habían matado a los otros dos, y él no podía desenfundar porque tanto Blaisedell como Morgan lo tenían encañonado con sus revólveres. Así que corrió hacia su caballo porque pensaba que iban a dispararle, hiciera lo que hiciese. Los oyó hablar a su espalda, discutiendo sobre quién iba a matarlo. Afortunadamente para él, en aquel momento se acercaba un montón de gente por Southend Street hacia el corral, pensando que el tiroteo había concluido, y el comisario no tuvo oportunidad de dispararle por la espalda a la vista de todo el mundo.

No pudo hacer otra cosa que saltar a su caballo y salir al galope para salvar la vida. De no haberlo hecho así, se las habrían arreglado para matarlo.

Y pensaba que aún encontrarían algún medio para acabar con él. Le habían dicho que ambos se habían juramentado para hacerlo. Estaba seguro de que intentarían asesinarlo a sangre fría como habían hecho con aquellos tres valientes jóvenes sin nada que lo justificase salvo que, fuera por el motivo que fuese, el comisario de Warlock se había puesto en contra de ellos.