11 de febrero 2056
Hace cinco años que estoy de nuevo en la Periferia, y resignado. No reconciliado, eso nunca. Qué desesperada y desvalida gentuza son los infra. Les he perdido el miedo, pero no conseguiré sentir por ellos lo que parece sentir Teddy. Yo solía asustarme de su violencia, que sin embargo puede ser evitada; hoy simplemente detesto su suciedad, sus voces quejumbrosas y su falta de interés por cualquier cosa que no sea resistir, cada noche, hasta el día siguiente.
4 de marzo 2056
¡Drama! Nikopoulos ha dimitido del SIP y se ha ido a vivir a la Veintitrés. La historia tiene en ebullición al mundo infra. Nadie, antes, había sacrificado su posición social y su carrera de modo semejante. Billy conoce el motivo pero no lo cuenta. Tampoco Teddy.
10 de julio 2056
Pieza tras pieza se va reconstruyendo la absurda historia. El loco de Nikopoulos encabeza un grupo de «benefactores» (infra, por el amor de Dios) que se llaman a sí mismos Nuevos Hombres. El bien que harán todavía está por ver. Lo único cierto es que Nick le enseña a Billy nuevos métodos de administración y probablemente se hará cargo de la Veintitrés algún día… si los chicos de Kovacs no le rebañan antes la garganta. Circulan rumores de acontecimientos parecidos en otros Enclaves; se mencionan Richmond y Elwood.
22 de marzo 2057
Necesitamos una nueva vivienda. Este mes, el agua ha circulado tres veces a través de la casa. Es agua de mar, salada y fría. Ahora estamos pagando la negativa de nuestros bisabuelos a admitir que el mañana llegaría en un momento u otro. Las torres de la ribera tienen el piso inferior permanentemente inundado. Almadías y embarcaciones de fabricación casera componen diariamente una regata miserable.
7 de septiembre 2057
Nuestro nuevo hogar está en terreno elevado, al otro lado de Newport, en otra Periferia. Por lo menos es seco. Teddy lo encontró o lo consiguió por medios poco claros o «persuadió» a algún pobre infeliz. Es un sitio raro, muy antiguo, que en otros tiempos tuvo un comercio en la planta baja y las habitaciones arriba. Sumamente ruidoso e incómodo, pero a Mamá le gusta (ella tiene las pretensiones de anticuaria que en la Periferia sirven de excusa para rodearse de muebles y enseres de segunda mano) y puede albergar el resto de nuestras vidas si no se derrumba antes de que el mar se levante a reclamarlo.
16 de septiembre 2057
Algo se está urdiendo y no quiero tener nada que ver con ello. Nuestra amplia pieza de la planta baja, donde estuvo la tienda, es un centro de reunión. Por este motivo hizo Teddy lo que hizo para conseguir la casa. ¿Quiénes y qué son los Nuevos Hombres? Parece que no existe una definición, pero Nick es su líder. Billy también está implicado, y Mamá muestra interés. Billy quiere que me una a ellos, pero he perdido el gusto por cualquier clase de compromisos.
3 de octubre 2057
Para que Mamá no me importune más, he asistido a una reunión de los Nuevos Hombres. No es, y se agradece la sensatez, una sociedad secreta, sino una tertulia de descontentos. ¡Oh, la intelectualización y la filosofía de barbería! Idealismos sobre la educación de los infra, sobre la posibilidad de prepararles para que sobrevivan al fin de nuestra cultura. Los pobres tontos son el fin. Mamá se ha incorporado al grupo y me fastidia con su insistencia, pero le digo que me deje solo y que haga ella lo que quiera. Nos estamos ya distanciando y a ninguno de los dos le preocupa mucho. Nuestro matrimonio no ha sido gran cosa, principalmente por mi culpa, pero qué le vamos a hacer. Yo ya tuve ocasión de jugármela preparando un futuro brillante; ahora prefiero que sean otros quienes se den de cabeza contra los muros de piedra de la realidad.
22 de febrero 2059
Hoy he ido con Mamá a recoger unos comestibles y en la falda de la Torre Cuatro he vislumbrado algo que ha resultado ser bastante curioso: un nutrido grupo de infra que presenciaban cierta cosa en extasiado silencio. Mamá, a quien parecía conocer un sorprendente número de personas, abrió paso para los dos y tiró de mí contra mi voluntad y, sobre todo, contra la rebelión de mi olfato.
En medio, sobre un tablado primario, de escasa altura, estaba Teddy, con sucios atavíos infra, interpretando lo que parecía ser una danza. Al cabo de un momento he visto que, de hecho, representaba por medio de la mímica una comedia, pasando de personaje a personaje con una ligera contracción de sus rasgos, unos gestos que lo definían, un cambio de actitud o de porte. Contaba, sin palabras, la historia de un electricista supra que, al ser jubilado, iba a parar a las torres y allí se cuidaba de la conservación de las instalaciones eléctricas internas, revisaba los anticuados trivs y (éste era el fragmento más enfático) enseñaba su oficio de electricista a los niños. No a los adolescentes (su personificación de un adolescente furtivo garabateando grafitos provocó la risa del público y la furia espumeante de unos pocos muchachos, que no se atrevieron a traducirla en violencia), a quienes retrataba como indolentes, ineducables y ya perdidos, como sus padres (esto levantó algunas murmullos), sino a los muy pequeños, los de siete y ocho años, lo mismo niños que niñas. Hizo un crudo e hilarante esbozo de una abuela moviéndose a trompicones por un apartamento donde habían saltado los fusibles de la luz, y a continuación quedándose pasmada de asombro cuando su nieto de siete años efectuaba una rápida pero eficiente reparación, para la cual improvisaba un fusible con un trozo de alambre eléctrico. Luego repitió en síntesis la escena del electricista enseñando a los chiquillos.
La impresión fue tremenda y la multitud aplaudió. Y vaya si tenía que hacerlo; Teddy había estado brillante. O más que brillante. Puedo reconocer el genio floreciente cuando lo veo, así como una técnica depurada, minuciosa, que había sido ensayada hasta la perfección y alcanzaba todos sus objetivos. Cuando, más tarde, Teddy se perdió entre la gente, el público se dividió en grupos, discutiendo lo que él les había contado.
De modo que para aquello servía actualmente mi hermano policía. Como yo, tiene talento. Pero el suyo es admirado. Demasiado tarde, por supuesto. Todo llega siempre demasiado tarde. Nada puede salvar este planeta que se desmorona, excepto la eliminación de las tres cuartas partes de sus habitantes.
Y sabemos que puede ocurrir.
25 de febrero 2059
Es un mundo triste y loco. Teddy y Carol han dimitido del SIP y se han ido a vivir con la tribu de Kovacs en la Veintitrés. Él se propone dedicar el resto de su vida a los espectáculos de mímica propagandística. ¿Está simplemente fascinado por el teatro? ¿O le será posible lograr alguna cosa?
13 de julio 2059
El centro de reuniones se ha convertido en un jardín de infancia para que una docena de malolientes mocosos infra aprendan a hacer cosas con sus manos mientras un grupo de excomerciantes procura interesarles en conseguir que las cosas funcionen. Los comerciantes, que carecen de experiencia como profesores, no son muy buenos en su labor, pero los chicos parecen disfrutar mucho. El intento, por lo menos sirve para sacarlos de las calles. Mamá enseña a algunos a leer y escribir; en esto no muestran tanto entusiasmo, aunque es posible que cambien de actitud cuando descubran los libros de cuentos. (La Señora tiene muchos de esos libros. Debo recordárselo a Billy).
Billy quiere que yo enseñe aritmética, pero no lo haré. No entiendo la aritmética. Puedo encender la luz, pero no por ello entiendo la electricidad; puedo manejar cifras, pero no las entiendo. Y estoy harto de cifras.
El contacto con los infra me deprime. Estoy condenado aquí de por vida, pero no tengo por qué unirme a ellos.
4 de noviembre 2059
Al fin me han amarrado. No como profesor; no soportaré que los infra se arracimen en torno mío. Billy y sus técnicos caídos han recogido unos cuantos libros especializados que no saben cómo reducir a herramientas de instrucción sencillas. Es bastante fácil simplificarlos. Una vez vi un Manual de Armas Cortas, una publicación militar destinada a la instrucción de bobos, y me doy cuenta de que su esquema era ideal para un educador. De aquel manual se podía aprender sin necesidad de un tutor o profesor. Éste es el modelo que usaré. Me ocupará durante estos días interminables.
Como que estoy haciendo algo «útil», Mamá, que me había, según ella dice, «regalado», parece pensar que esto me devuelve la respetabilidad. Como si a mí me importase.
11 de febrero 2060
¡Procesadores de textos! ¡Siete unidades! Son modelos antiguos, propensos a la avería, pero que están aquí. Ni robando durante un millón de años había podido Kovacs conseguir semejante botín. Cuando le pregunté de quién procedían aquellas cosas, me contestó que de Arthur Derrick; y lo hizo con aire incómodo, consciente de remover recuerdos ingratos. (Yo me había agarrado a sus tobillos y llorado a sus pies. El hecho de que tuviese quince años y fuera estúpido, fuera otra persona, no disminuye la vergüenza). ¿Por qué Derrick? ¿Es otro corazón compasivo, otro benefactor frustrado? Cuesta imaginarlo. Quizá sea un espía político disfrazado de Santa Claus, acaso practique la táctica homérica de adormecer con obsequios a los troyanos. Billy opina que todo esto carece de importancia mientras el botín nos llegue a raudales. Dice que a Derrick le gustan las ideas de Nick.
Quién sabe si los cerdos tienen alas y el mundo, a fin de cuentas, es plano.
23 de agosto 2060
Derrick ha estado aquí hoy. Realmente aquí. Y también ha llegado un enorme lote de papel, literalmente millones de hojas. Y cajas enteras de libros, principalmente obras técnicas de nivel básico. Me ha visto, pero no ha dicho nada. Parece más viejo y ha tenido la prudencia de dejarse crecer el cabello, pero sigue pareciendo un cocodrilo al acecho. Ha contemplado una clase entregada a su trabajo habitual, durante diez minutos y en reptiliano silencio, antes de decirle a Billy:
—Me intrigaban los Nuevos Hombres de Nick porque no sabía a qué se refería.
Billy ha replicado:
—Tampoco Nick lo sabía entonces.
Yo sigo sin saberlo.
24 de agosto 2060
He preguntado qué significan los Nuevos Hombres. Me ha dicho que son personas que hacen lo que pueden en lugar de quedarse sentadas esperando que el tiempo pase y se las lleve. Astuto sinvergüenza. Ésta es la razón de que tantos libros aburridos y deprimentes tengan que ser extractados, reducidos, convertidos en textos de aprendizaje y reproducidos por millares. Temas como horticultura, cría de ganado, producción de telas, higiene; temas mucho más ambiciosos que los simples manuales de reparaciones caseras del año pasado.
—Un legado para los años negros que han de venir —ha dicho Billy, que siente pasión por las frases publicitarias.
4 de marzo 2061
Mamá no está bien, pierde peso y no retiene los alimentos. Los sanitarios parecen perplejos.
13 de marzo 2061
Captar los jóvenes parece dar resultado. Estos críos de diez años son capaces de conseguir que los procesadores hagan cualquier cosa, excepto cantar y bailar. Incluso Derrick, en sus ocasionales visitas, se permite abrir la grieta de una sonrisa de aprobación. Hoy, yo he abierto otra grieta en algo más importante, que es su silencio. Nos hemos cruzado en el zaguán y yo he dicho con escarnio a su espalda que se alejaba:
—¿Por qué molestarse? Su culo está a salvo de la humedad que sube.
Sin volverse, respondió:
—Sí, ése es el porqué.
¿Qué será lo que busca? ¿El perdón de sus pecados?
Mamá no mejora. Está delgada. Empezamos a oír historias de otras mujeres en situación similar. ¿Por qué sólo mujeres?
17 de marzo 2061
Mamá morirá. Lo sabe y habla de ello con calma. Billy simula que no está trastornado; los sanitarios, por su parte, no disimulan nada. Hay, al parecer, docenas de casos, todos mujeres. ¿Otro experimento? Derrick lo ignora. O dice que lo ignora. Pero tiene el aspecto de un hombre acosado.
20 de marzo 2061
Mamá ha muerto de esa consunción anoréxica. Lo mismo les ha ocurrido a otras. Le hice compañía la última noche mientras su conocimiento iba y venía. En una ocasión dijo, esforzándose mucho:
—He tenido una vida hermosa, Francis. Tan llena…
Llena, pensé, de todo lo que en un mundo más sensato ella habría eludido. ¿O es cuestión de saber lo que uno quiere, independientemente de la naturaleza del mundo? Yo creí una vez saber lo que quería.
Billy vino algo más tarde, pero para entonces Mamá estaba divagando sobre el pasado, sobre el verano y las espejeantes olas del mar.