Esto no puede seguir así, es hora de hacerle regresar a la Tierra.
De vuelta a Alpenhof, Erik encuentra en su casilla un aviso de que Sibille ha sufrido un pequeño accidente (nicht ernsthaftes, «nada serio») en la escuela de montañismo y que el masaje del día siguiente lo dará otra persona. Deja sin abrir la carta con la impetuosa caligrafía de Ania. En su habitación, Erik ve apagarse las luces del pueblo una a una, oye el toque del ángelus y se dice para sí que no quiere regresar a su reciente pasado. Lo que no sabe es que debajo de ese pasado se oculta otro pasado que durante tres años ha estado al acecho en forma de ángel y que éste se dispone a sumergirle aún más en el tiempo, ahí adonde él no querría regresar jamás.
Esta noche nuestro hombre ha dormido plácidamente, sin soñar (eso al menos cree él), y nos alegramos por él. Hacia el amanecer se desata una tormenta que hace volar la nieve en todas las direcciones. Erik se levanta más tarde que de costumbre, se bebe su Bitterwasser —su agua mineral—, se come su Semmelbrötchen —su panecillo—, sentado a la mesa, de repente solitaria, y ve a Herr Dr. Krüger fuera peleando con la nieve, como en las expediciones polares de las películas de Amundsen, y luego baja a sentarse en la silla donde Sibille suele recogerle. Lo que sucede entonces no es fácil de enunciar gramaticalmente. Cabría decir que los dos personajes se quitan el aliento el uno al otro, tal vez sea lo que más se le aproxima, pero como a él ya lo conocemos y a ella no nos la esperábamos en este lugar, no avanzamos gran cosa expresándolo así. Se conocen, de eso no cabe la menor duda. Ahora bien, lo que nadie ve son las alas que él dibuja mentalmente detrás de ella, las alas del ángel que nunca ha podido olvidar. Antes de que él haya podido pronunciar palabra, ella se lleva el dedo índice de la mano izquierda a los labios y con la derecha casi le arranca de la silla. Ella pronuncia su nombre sin acento, Herr Zondag, y le invita a seguirla a la sala de masajes, hacia el futuro y el pasado simultáneamente, un movimiento en sentidos contrarios que el cuerpo de Erik experimenta como un calambre. Lo último que vemos es a Erik haciendo una extraña contorsión frente a la lámina con los puntos de acupuntura y los puntos reflejos del pie. Un hombre a punto de levantar una piedra demasiado grande.