La génesis

La génesis de Camino de perfección debió de ser larga y lenta, hasta que Baroja a comienzos de 1901 empezó una rápida elaboración del material reunido por escrito o conservado en la memoria. La novela se publicó por entregas en el folletín de La Opinión, diario de Madrid, político, literario y de información, desde el 30 de agosto de 1901 hasta el 6 de octubre del mismo año.

Pero antes de aparecer la primera entrega de su novela, Baroja publicó el artículo titulado «Domingo en Toledo» en Electra, n.º 2, 23/03/1901. Este artículo corresponde con algunas variantes al capítulo XXX de Camino de perfección, y en él tenemos la primera versión conocida del episodio del ataúd blanco en Toledo, que Martínez Ruiz incorpora a Diario de un enfermo, y repite, casi exactamente en La voluntad (II, IV). Asimismo publicó en Electra, «El amigo Ossorio», 13/04/1901 y corresponde al capítulo I, le siguen «Nietzsche íntimo I», en El Imparcial, 9/10/1901, capítulos: XIII y XIV; «Ciudad sin alma» en Juventud, 1/11/1901, capítulo XXXIII y «Nietzsche íntimo II» en El Imparcial, 7/10/1901, capítulos XIII-XIV. Todos estos trabajos que aparecieron antes de su publicación en folletín e incluso después, al pasar a la novela sufrieron algunas modificaciones.

Después Baroja publicó Camino de perfección en libro, no consta la fecha exacta, pero debió ser entre finales de febrero y principios de marzo de 1902; porque el 16 de marzo de ese año, Martínez Ruiz saca una reseña en el Heraldo de Madrid. Baroja le había enviado un ejemplar con la siguiente dedicatoria: «A mi querido amigo Martínez Ruiz, Fraternidad».

El editor de Camino de perfección fue Bernardo Rodríguez Serra, joven editor, que había iniciado su labor en Madrid en los amenes del siglo XIX. Su proyecto pretendía ser una alternativa a la editorial «España Moderna» de José Lázaro Galdeano. Rodríguez Serra murió muy joven, poco después de publicar Camino de perfección y la actividad editorial fue continuada por su esposa hasta 1910.

Para presentar la novela, su editor, apoyado por Martínez Ruiz (Azorín), organizó un banquete en el «Mesón Barcelona», calle San Miguel, 27 de Madrid. Acudieron Benito Pérez Galdós, Ortega Munilla, Mariano de Cavia, Ramiro de Maeztu, Silverio Lanza y otros muchos escritores jóvenes. El Imparcial del 26 de marzo de 1902 daba una amplia reseña de la cena-homenaje a Baroja, publicando el texto de la pintoresca tarjeta de invitación, obra del todavía José Martinez Ruiz, que dice así:

«YANTAR: Cazuela de arroz con despoxos, Alcauciles rellenos, Terneruela apedreada con limón ceutí, Pescado cecial, Cordero asado, Frutas, Queso, Valdepeñas tresanexo, Brebaxe de las Indias».

Sigue la nota de El Imparcial:

«Martínez Ruiz leyó a los postres una interesante y elocuente alocución que sintetiza las aspiraciones literarias de la juventud allí reunida (…). Ramiro de Maeztu leyó también un brevísimo brindis en honor del autor de La casa de Aizgorri y de la nueva literatura (…) Silverio Lanza habló con ingenio fresco y riente. Su discurso fue un análisis de los principales personajes de las novelas de Baroja. Habló Mariano de Cavia para decir a los modernistas que (…) “el presente está preñado de porvenir (…) el hoy que aplaudimos es hijo del ayer. El ayer que debemos aplaudir es don Serafín Baroja, padre del autor de Camino de perfección”. A las once terminaba el banquete, yantar o colación, que fue en todo y por todo digno del objeto a que se destinaba»[1].

Martínez Ruiz da la noticia literaturizada en La voluntad (II, V) en los siguientes términos:

«Toda la prensa de la mañana da cuenta del banquete con que la juventud celebró anoche la publicación de la flamante novela de Olaíz (Baroja), titulada Retiro espiritual

Azorín lee El Imparcial, que refiere (…) el acto. Inició el brindis, leyendo un corto y enérgico discurso, Azorín (…) Después Azorín coge El Liberal. En El Liberal ha hecho la reseña un antiguo compañero suyo. Y Azorín ve con sorpresa que los nombra a todos sin faltar uno menos a él, al propio Azorín»[2].

En efecto, en El Liberal del 26 de marzo de 1902, entre la lista de los comensales no figura el nombre de Martínez Ruiz. No sabemos quién sería el viejo amigo que le ha ninguneado.

En cuanto a la trayectoria editorial de Camino de perfección, se publicó, como se ha dicho, primero en el folletón de La opinión de Madrid en 1901; después aparece publicado en libro por Bernardo Rodríguez Serra, Editor en Madrid en 1902. En 1913 sale la segunda edición por la Editorial Renacimiento. Rafael Caro Raggio, cuñado de Pío Baroja, sacará la tercera en 1920, que repetirá en 1925. En 1934 la publica Espasa-Calpe. En el tomo sexto de las Obras Completas (Biblioteca Nueva, Madrid, 1948), pero con algunos fragmentos suprimidos por la censura. Luego viene la edición conmemorativa del centenario del nacimiento de Pío Baroja por Caro Raggio Editor en 1972, con sucesivas reimpresiones. En Obras Completas (Trilogías I), vol. VI, Círculo de Lectores, Barcelona, 1997. Edición facsímil de la edición príncipe por la Caja de Ahorros del Mediterráneo, Murcia, 2002. Alianza Editorial sacó una edición en 2004, dentro de la «Biblioteca Baroja» y por último RBA la ha publicado en 2010 en Barcelona.

Son suficientes ediciones desde su publicación en 1902 hasta 2010, como para afirmar por lo tanto que se ha leído. Y la crítica le ha sido favorable, de tal forma que Baroja con la publicación de Camino de perfección quedó consagrado como novelista tanto ante los jóvenes escritores, como ante los maestros, como Valera, Galdós, Ortega Munilla y otros. Sin embargo no ha sido una de las novelas que más se haya conocido de Baroja, ni que haya recibido una atención exhaustiva de la crítica. Baroja en el «Apéndice I» (al final de la edición de Caro Raggio, 1994) dice.

«Camino de perfección produjo cierta cólera en algunos lectores. Un crítico del Diario de Barcelona dijo (…) que yo era un mico, un obsesionado por el erotismo. En cambio a un profesor austriaco le repugnaba en este libro la preocupación religiosa, y un amigo suyo y mío me decía que al leerlo lo había tirado varias veces al suelo con rabia.

¡Tanta campana! ¡Tanta iglesia, me da asco!, decía el austriaco».

Como vemos opiniones dispares la del crítico de Barcelona por el desmedido erotismo y la del profesor austriaco por la excesiva preocupación religiosa. La novela escandalizó a los beatos y enardeció a los incrédulos, lo que hizo que unos 40 años más tarde, durante el franquismo, fuera la novela más censurada de Pío Baroja.