I

LOS CONJURADOS

VARIOS negros van subiendo hacia la parte alta de la isla, al compás de una música de tambores. En Fortunate-House todos se asoman a la muralla.

PARADOX. —¿Qué será eso? ¿Vendrán a atacarnos de nuevo?

U. —No; seguramente, no.

DIZ. —¿Qué llevarán en la punta de esa lanza?

SIPSOM. (Que ha sacado su anteojo y mira por él) —Es una cabeza de hombre.

BEATRIZ. —¡Oh, qué horror!

Toda la comitiva se va acercando hasta colocarse a unos cuantos metros de la fortaleza.

U. (Saliendo a la muralla.) —¿Qué es lo que queréis?

UN SUBLEVADO. —Queremos hablar con los extranjeros. Nos hemos levantado contra el rey Kiri y le hemos cortado la cabeza. Venimos a ofrecérosla y a pediros que desde hoy nos gobernéis vosotros.

Ugú comunica a Paradox y a Sipsom los deseos de sus paisanos, y ambos cruzan el puente levadizo y salen de la fortaleza. Los sublevados se inclinan ante ellos y le ofrecen el resto sangriento del rey Kiri.

PARADOX. —Echad eso al río y hablemos después. ¿Qué habéis hecho?

EL SUBLEVADO. —Hartos de las vejaciones y de los crímenes de este hombre, nos hemos conjurado unos cuantos, y esta madrugada hemos entrado en su palacio y le hemos dado muerte. El pueblo entero, al saberlo, se ha reunido con nosotros, y todos han celebrado que se haya concluido el reinado de este monstruo; pero después…

PARADOX. —Os habéis arrepentido de lo hecho.

EL SUBLEVADO. —No; lo que nos ha sucedido es que nos hemos quedado sin saber qué hacer, a quién nombrar rey, y entonces hemos pensado en vosotros.

SIPSOM. —¿Y qué queréis que hagamos nosotros?

EL SUBLEVADO. —Sabéis más y conocéis una porción de cosas de las cuales, no tenemos idea. Queremos un rey justo y bueno; os pedimos que nos lo indiquéis.

SIPSOM. —Es una tarea difícil la que nos encargáis. Dadnos a lo menos plazo para que tengamos tiempo de elegir.

EL SUBLEVADO. —Tomaos todo el día. El pueblo no puede esperar mucho tiempo sin rey. Reñirían unos con otros y estallaría la guerra civil.

PARADOX. —Pero comprended que es muy poco tiempo el que nos dais. Podríais después quejaros y protestar contra nuestra decisión.

EL SUBLEVADO. —No protestaremos; lo que elijáis vosotros bien elegido estará. Decidid cuanto antes; nosotros esperaremos vuestro fallo. Mirad: el pueblo entero, que conoce ya nuestro proyecto, viene a la isla.

Efectivamente se ven llegar más canoas y una gran masa de negros se va reuniendo en la parte baja de la Isla Afortunada.

SIPSOM. —Está acordado. Antes de que se haga de noche os diremos quién ha de ser vuestro rey.