EL MOMENTO SOLEMNE
DURANTE algunos meses, una porción de trabajadores negros, dirigidos por Sipsom y por Paradox, han abierto dos galerías profundas en el lugar que cierra el antiguo cauce del río. Cerca, Thonelgeben ha construido sus hornos para hacer los componentes de la nitroglicerina.
Un día, en las galerías, ya profundamente socavadas, se han ido poniendo grandes tinajas llenas de la líquida sustancia explosiva hasta los bordes.
En cada tinaja se ha colocado, flotando, una calabaza repleta de pólvora, con una mecha azufrada larga de varios metros, los bastantes para que tarde dos horas en quemarse y hacer estallar el explosivo.
El día de la prueba la ciudad entera cruza el río, y las seis mil personas del pueblo huyen en todas direcciones.
En el momento solemne, Paradox y Thonelgeben se internan cada uno en su galería y encienden las mechas. Salen luego precipitadamente. Goizueta y Thady Bray les esperan en una canoa.
Entran en ella, y se alejan a impulso de los remos y de la corriente.
Thonelgeben mira su reloj con impaciencia.
Pasa el tiempo. Luego se oye un rumor largo, sordo y continuado.