Pues su hermano el inocente,
que en su vida sucesor
se llamó,
¡qué corte tan excelente
tuvo y cuánto gran señor
le siguió!
Mas como fuese mortal,
metióle la muerte luego
en su fragua
¡Ojuicio divinal!
Cuando más ardía el fuego
echaste agua.
Jorge Manrique, fragmento de Invocación