—A veces, cuando aún era joven, Alí Ibrahim soñaba con su madre. La veía sentada en una roca en medio del río, peinando su cabello largo y negro. En el sueño está lloviendo.
»—Ven, cariño mío —lo llama—, ven y ayúdame con las trenzas.
»El río lleva poca agua y puede caminar hasta la roca del centro, siguiendo un camino de piedras blancas. Pero la lluvia cae con más fuerza. El agua sube, la corriente se vuelve turbulenta y Alí ya no puede llegar hasta su madre. Pronto el agua empieza a arrastrar cadáveres, y todos flotan con la espalda de cara al cielo oscuro. Su madre continúa sentada en la piedra y se sigue peinando. Ahora llueve sangre.
»—Ven, cariño mío —vuelve a llamarle—, ven y ayúdame con las trenzas.
»Cada vez que tiene ese sueño, Alí recuerda menos a su madre. Hasta que una noche no hay nadie en la roca, sólo los cuerpos que flotan en el arroyo, cuerpos cuyas caras no puede ver.