Axzel se movía entre las plantas asteroidales con la ligereza y la gracia de un danzarín. Su cuerpo, adaptado al espacio, era tan adecuado a su medio como el del pez al mar o el del pájaro al aire.
—Problemas —dijo una voz en sus nervios.
Axzel se inmovilizó.
—Los Caminantes nos atacan.
Axzel emitió un pensamiento-imagen. Incredulidad: un planeta en forma cúbica.
—Están calentando un rebaño —fue la respuesta.
—¿? —pensó Axzel.
—Uno de sus toscos veleros de luz —Metáfora visual: una hoja-espejo, concentrando la luz en el órgano fotosintético.
—¡¿?!
—Eso mismo digo. Parece que los Caminantes se están moviendo demasiado aprisa. —Metáfora conceptual: un taquión.
Axzel emitió el equivalente telepático de un encogimiento de hombros. Imagen: la diferencia entre un electrón de spin +½ y otro electrón cuyo spin fuera –½.
No era realmente telepatía, sino mensajes neurales codificados y transmitidos en una compleja señal casi indescifrable… excepto por el refinado sistema nervioso de un colmenero. Era lo más cercano a la telepatía que las leyes físicas podían permitir.
—¿Algún(os) muerto(s)?
—0.
—Precisamente ahora… —pensó Axzel.— Y a un rebaño… ¿es posible que <desconfianza> sospechen?
—Difícilmente.
—Y, sin embargo, la simultaneidad de acontecimientos es significativa.
—No hay pruebas. —Imagen: un agujero negro.
Axzel meditó profundamente durante un milisegundo. Con una mano, se aferró a una maraña de «lianas», plantas con el tallo recubierto de pelos transparentes.
—¿Altera los planes?
—Sólo como distracción. —Impaciencia: un átomo con una probabilidad del 99'9% de desintegrarse en el próximo minuto.
—Propongo contraatacar —dijo Axzel.
El mensaje abandonó su órgano emisor. La luz tarda veinticinco minutos en recorrer diametralmente la Esfera; al cabo de poco más de cincuenta minutos tuvo la respuesta.
Miríadas de señales convergían sobre él. Dado que eran señales del tipo cero-uno, no tardó mucho en tabularlas.