CAPÍTULO 8

EL EMPERADOR OTÓN III

(983-1002)

«El trabajo misionero estuvo excesivamente entrelazado con objetivos políticos como para que pudiera encontrar un gran eco entre los wendos. Por ello, cuando en 983 los liulizos desencadenaron la gran sublevación, todo el tinglado eclesiástico que se había levantado con las diócesis de Havelberg. Brandemburgo y Oldenburg se derrumbó por completo.»

HANDBUCH DER KIRCHENGESCHICHTE[1]

«Durante muchos años el muchacho real marcha a campaña siendo llevado todavía por algún tiempo en la litera infantil.»

JOHANNES FRIED[2]

«Incesantemente invade el rey a los eslavos con duras campañas bélicas.»

THIETMAR DE MERSEBURG[3]

«El deber imperial de protección a la Iglesia romana fue sin duda para Otón III un cometido muy concreto y aplicó los poderosos recursos del Imperium con una lógica hasta entonces desconocida en defensa de la libertas de la Iglesia romana contra los ataques de los gobernadores civiles de Roma.»

KNUT GÖRICH[4]