CAPÍTULO 6
OTÓN I «EL GRANDE»
(936-973)
«… dejando aparte el terror de la competencia penal del rey siempre amable.»
MONJE WIDUKIND DE CORVEY[1]
«Difícilmente un pastor volverá jamás a ejercer la autoridad como él. Fue capaz de erigir seis nuevas sedes episcopales. Vigorosamente obtuvo la victoria sobre la soberbia perniciosa de Berengario. También humilló hasta el polvo la cerviz orgullosa de los lombardos… Los territorios más lejanos le pagaron gustosos sus tributos. Siempre fue un príncipe pacífico…»
OBISPO THIETMAR DE MERSEBURG[2]
«Otón el Grande llevó a cabo sus guerras orientales con la mentalidad del imperialismo cristiano. Política y religión se entrelazaron tan estrechamente que “formaron una unidad indisoluble”.»
BÜNDING-NAUJOKS[3]
«En razón de sus prestaciones a la Iglesia romana el papa Juan XIII lo puso en 967 en línea con Constantino el Grande y con Carlomagno.»
HELMUT BEUMANN[4]
«… desde el conjunto de la obra llevada a cabo, resultante de unos conceptos vistos con claridad y de unas soluciones concretas bien meditadas y llevadas a efecto de una manera consecuente, ha de figurar sin duda alguna entre los grandes de la historia universal.
»La continuación y expansión del tenaz trabajo constructivo de Enrique I no fue más que un signo de su actividad; el otro y más importante es el avance seguro hacia una hegemonía europea que deriva de su nueva idea personal del Estado.» «Y es el único entre nuestros soberanos alemanes de la Edad Media al que la historia ha otorgado de forma duradera el sobrenombre de “el Grande”. Fue él quien elevó su imperio a la potencia hegemónica de Europa.»
EDUARD HLAWITSCHKA[5]