CAPÍTULO 3
EL REY LUIS IV EL NIÑO
(900-911)
«Pero el niño siempre enfermizo no pudo llevar a cabo un gobierno autónomo. La soberanía pasó a la nobleza y al episcopado. Los consejeros decisivos fueron el arzobispo Hatto de Maguncia y el obispo Salomón de Constanza.»
ALOIS SCHMID[1]
«De la actividad de los príncipes laicos en el gobierno imperial nada dicen los analistas.»
SCHUR[2]
«En esta época totalmente corrompida se cometieron muchas infamias en la Iglesia y se cometerán otras…»
ABAD RECINO DE PRÜM [3]