El centro de control del departamento de seguridad de Eden era una especie de bunker muy grande, situado en el piso veinte de la torre interna. Dos docenas de empleados transcribían datos de sensores pasivos y controlaban las cámaras del edificio.
Edwin Mauchly estaba solo en el puesto de mando, frente a una docena de pantallas que le permitían consultar la información de cualquiera de los diez mil flujos de datos en tiempo real que vigilaban el edificio: cámaras, sensores, registros de clics y pulsaciones… Tenía las manos en la espalda, y su mirada saltaba de una pantalla a otra.
Christopher Lash estaba en algún punto de aquella tormenta de datos, esquivando todas las gotas.
Se abrió una puerta, pero Mauchly no se giró. No hacía falta. Aquellos pasos secos y rotundos solo podían ser propios de Sheldrake.
—Se les ha escapado por cinco o diez segundos —anunció el recién llegado, mientras se acercaba al puesto de mando.
Mauchly hizo uso de un teclado.
—Ha estado cuatro minutos en el despacho de Tara Stapleton. Cuatro minutos, sabiendo que corría más peligro a cada segundo que pasaba. ¿Por qué? —Pulsó algunas teclas—. Ha salido del despacho hacia el sur. Mientras corría por el pasillo ha pasado la pulsera de identificación por los escáneres de una docena de puertas. Lo que no sabemos es por cuál ha entrado, si es que ha entrado por alguna.
—Es lo que están investigando mis hombres.
—En estas circunstancias, señor Sheldrake, cualquier precaución es poca, pero tengo la intuición de que Lash ya no está en el piso treinta y cinco.
—Aún no me creo que esté usando los conductos de datos como vía de desplazamiento —dijo Sheldrake—. Están diseñados para accesos puntuales de mantenimiento, no para recorrerlos en su integridad. Debe de sentirse como un deshollinador.
Mauchly se acarició la barbilla.
—Lo lógico sería que buscara una salida, una manera de escapar del edificio, pero está subiendo. Primero al piso veintiséis. Ahora al treinta y cinco.
—Y ¿no podría ser que esté buscando a alguien, o algo? ¿Un plan de suicidio? ¿Un sabotaje?
—Sí, también lo he pensado. Teniendo en cuenta lo desesperado que está, no puede descartarse. Por otro lado, no le ha hecho nada a Tara Stapleton, y eso que es la persona que lo ha delatado. Para estar seguros de algo tendríamos que conocer más a fondo su trastorno. —Mauchly miró las pantallas—. No quiero distraer a demasiados de sus hombres de la búsqueda, pero le aconsejo que asigne pequeños destacamentos a las instalaciones más críticas. Tampoco estaría de más tener vigilado el acceso de emergencia del ático.
—¿Y los paneles? ¿No convendría vigilarlos por fuera? Ahora que sabemos cómo se mueve, podríamos organizar una emboscada.
—Sí, pero la cuestión es dónde… Probablemente haya cientos de miles de conductos de datos. Toda la torre interior está revestida de tubos. Los paneles de acceso son cinco veces más. Sería imposible vigilarlos todos a la vez.
Se apartó de los monitores.
—Tiene un plan —dijo, hablando consigo mismo más que con Sheldrake—. Si supiéramos cuál, también sabríamos dónde cazarlo. —Hizo una pausa y se giró hacia Sheldrake—. Acompáñeme. Creo que deberíamos hablar con Tara Stapleton.