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Hacia las cuatro, al entrar en el despacho, Mauchly encontró a Lash de pie ante la pizarra. Era tan sigiloso que Lash no advirtió su presencia hasta que lo tuvo al lado.

—¡Ay!

Del susto se le cayó el rotulador.

—Perdone, debí haber llamado. —Mauchly echó un vistazo a la pizarra—. Raza, edad, tipo, personalidad, trabajo, localización y víctimas. ¿Qué hace?

—Intento formarme una imagen del asesino. Creo un perfil.

Mauchly lo miró con su habitual serenidad.

—Todavía no sabemos si hubo un asesino.

—He repasado todos los expedientes, y psicológicamente no había nada raro ni en los Thorpe ni en los Wilner. Los indicios de suicidio son nulos. Sería una pérdida de tiempo seguir por esa vía, y ya oyó a Lelyveld en la sala de reuniones: no tenemos tiempo.

—Pero tampoco hay indicios de asesinato. Para empezar, la cámara de seguridad de los Thorpe no grabó a nadie entrando o saliendo de la casa.

—Es mucho más fácil encubrir un asesinato que un suicidio. Las cámaras de seguridad pueden manipularse, y se burlan las alarmas.

Mauchly reflexionó y volvió a contemplar el texto de la pizarra.

—¿Cómo sabe que el asesino tiene alrededor de treinta años?

—No lo sé. Es la edad mínima para los asesinos en serie. Tenemos que empezar por el patrón, y refinarlo poco a poco.

—¿Y lo de que tiene un buen trabajo, o mucho dinero a su disposición?

—Cometió asesinatos en costas opuestas con una semana de diferencia. No es el modus operandi de alguien que se mueva a la buena de Dios, o haciendo autoestop. En esos casos, los patrones de los crímenes se distribuyen de manera errática en distancias cortas.

—Ya. ¿Y esto?

Mauchly señaló las palabras «TIPO: DESCONOCIDO».

—Es lo más preocupante. A los asesinos en serie solemos tipificarlos como organizados o desorganizados. Los asesinos organizados controlan el lugar del crimen, y a las víctimas. Son listos, socialmente aceptables y sexualmente competentes. Eligen víctimas a quienes no conocen, y esconden los cadáveres. En cambio, los asesinos desorganizados conocen a las víctimas, actúan de modo repentino y espontáneo, sienten poco o ningún estrés durante el crimen, están poco capacitados laboralmente y dejan a la víctima en el lugar del crimen.

—¿Y?

—Pues que quien mató a los Thorpe y a los Wilner es alguien que combina rasgos de asesino organizado y desorganizado. Sin duda conocía a las víctimas, y las dejó en el lugar del crimen, como un asesino desorganizado; pero en los escenarios de los crímenes no había ningún descuido, lo cual es más característico del asesino organizado. Son incoherencias muy poco frecuentes.

—¿Hasta qué punto?

—Hasta el punto de que yo nunca he encontrado un asesino en serie así.

«Solo una vez», dijo una voz en su cabeza, pero la silenció inmediatamente.

—Si conseguimos un perfil —siguió explicando—, podremos compararlo con los antecedentes penales y buscar coincidencias. De momento, ¿han pensado en vigilar a las otras cuatro superparejas?

—No podemos controlarlas muy estrechamente, por razones obvias; tampoco podemos darles protección adecuada hasta que sepamos qué pasa exactamente, pero ya hemos enviado equipos.

—¿Dónde viven?

—Por todo el país. La pareja más próxima, los Connelly, vive al norte de Boston. Le diré a Tara que le traiga informes sobre todas.

Lash asintió despacio.

—¿Está seguro de que es la persona más indicada para colaborar conmigo?

—¿Por qué lo pregunta?

—Porque tengo la impresión de que le caigo mal. A menos que sea el propio tema el que la desagrada…

—Tara está pasando por un mal momento, pero es nuestra mejor candidata. Aparte de ser la responsable de seguridad, lo cual le da acceso a todos los sistemas, ha trabajado en el área de informática de la empresa.

—Bueno, si cumple con su trabajo…

En ese momento sonó el teléfono móvil de Mauchly.

—¿Diga? —Una pausa—. Sí, claro. Ahora mismo.

Colgó y dijo:

—Era Silver. Quiere vernos enseguida.