Son muchas las personas que han aportado sus conocimientos a este libro. Deseo dar las gracias a mi amigo y editor en Doubleday, Jason Kaufman, por sus mil formas -grandes y pequeñas- de ayudarme. También a sus colegas Jenny Choi y Rachel Pace.
El doctor Kenneth Freundlich me ofreció una información inestimable sobre los tests psicológicos y su aplicación. Mi agradecimiento a los doctores Lee Suckno, Antony Cifelli, Traian Parvulescu y Daniel DaSilva por sus consejos sobre medicina y psicología. Cezar Baula y Chris Buck me ayudaron con los detalles químicos y farmacéuticos. Mi primo Greg Tear ha vuelto a ser imprescindible en su doble papel de voz crítica y fuente de ideas. Gracias, como siempre, al agente especial Douglas Margini por su ayuda en los aspectos del libro relacionados con las fuerzas del orden.
Un agradecimiento especial a Douglas Preston por haberme apoyado y animado durante toda la elaboración del libro, y por haberme facilitado un capítulo crucial.
Quisiera hacer extensiva mi gratitud a Bruce Swanson, Mark Mendel y Jim Jenkins, por sus consejos y su amistad.
Por último, deseo dar las gracias a quienes hacen posibles mis novelas: mi mujer, Luchie; mi hija, Verónica; mis padres, Bill y Nancy, y mis hermanos, Doug y Cynthia.
Huelga decir que todos los personajes, empresas, hechos, ambientes, entidades, productos farmacéuticos, instrumentos psicológicos, órganos gubernamentales, tecnología informática y el resto del barro del que está modelada la novela son ficticios o se usan de modo ficticio. De momento, la compañía Eden de este libro es un capricho de mi imaginación, aunque es posible que algún día exista…