A menudo los términos «Internet» y «World Wide Web» se usan de
una manera indistinta a pesar de que no son lo mismo.
Internet es un sistema de comunicación de información global,
una infraestructura de redes de computadora que están interconectadas,
enlazadas por alambre de cobre, cables de fibra óptica,
conexiones inalámbricas, etcétera. Por otra parte, la World Wide
Web —una serie de documentos y otras fuentes interconectadas,
enlazados por hiperligas y URLs— es uno de los servicios que
se comunican a través de Internet.
Ahora que ya no estaba en coma, y que parecía estar volviendo a la normalidad, Abue había aprovechado para ir un par de horas a casa para darse una ducha, cambiarse de ropa y arreglar cualquier asunto que hubiera surgido. Como dijo el doctor Kirby, Abue había estado sentada junto a mí los diecisiete días, casi sin interrupción, y ahora, al fin podía comenzar a relajarse un poco.
Así que, por primera vez desde que desperté, estaba solo en mi cuarto del hospital. Y ahora que estaba solo, por fin podría dedicarme a pensar las cosas.
Por supuesto, lo que más ocupaba mi atención era lo que el doctor Kirby había llamado mi «accidente».
No lo había olvidado.
Cualquier problema que me hubiera llegado a provocar la lesión en la cabeza, ciertamente no ocasionó ninguna pérdida de memoria de corto ni de largo plazo. Sabía quién era, sabía lo que me había sucedido y sabía que no había sido un accidente. Podía recordar con mucha claridad el grito que provino de los pisos de arriba «¡Hey, HARVEY!» y también podía recordar que por un momento creí que era Ben, el hermano de Lucy, y que me gritaba desde su departamento en el piso treinta. Podía recordar que miré hacia arriba y vi el iPhone desplomándose sobre mí…
Pero lo que no podía recordar muy bien, detalle que estaba tratando de recordar justo ahora, era la figura que vi por un instante asomada desde el piso treinta, la figura que había arrojado el teléfono… que me había arrojado el teléfono.
No había sido un accidente.
¡Hey, HARVEY!
Estoy seguro de que no era la voz de Ben.
¡Hey, HARVEY!
Y definitivamente, no había sido un accidente.
Cerré los ojos y hurgué en mi memoria, traté de enfocar la figura, traté de mirar su rostro… pero no pude hacerlo. Estaba demasiado lejos y tenía la impresión que, de todas formas, estaba usando una capucha, una sudadera negra con capucha. A pesar de todo, eso en realidad no significa nada porque todos los chicos de Crow Town usan sudaderas negras con capucha… o, por lo menos, todos los chicos que pertenecen a alguna pandilla. Ellos casi siempre usan sudaderas negras con capucha y pantalones deportivos negros. No es un uniforme ni nada por el estilo, es solo que, si usan el mismo tipo de prendas, es más difícil que los identifiquen.
Tenía los ojos cerrados y una sensación de sueño me hacía divagar, así que, en ese momento, decidí abandonar mis intentos de descubrir quién era la persona de la ventana, y preferí dirigir mi atención al detalle mismo de la ventana desde la que se asomaba. Definitivamente era el piso treinta porque Compton House tiene treinta pisos y la imagen en mi cabeza mostraba con toda claridad que la ventana estaba en el último piso.
El piso donde vive Lucy…
Visualicé su departamento y la ventana, y traté de empatar la posición de la ventana que tenía en la mente, con la posición de la ventana de Lucy… y luego traté de recordar quién más vivía en el piso treinta, y en dónde vivía esa persona en relación al departamento de Lucy.
Pero sentía la cabeza más y más pesada, tenía muchísimo sueño…
Era demasiado difícil concentrarse.
Demasiado difícil ver…
Demasiado difícil pensar.
Me quedé dormido.
No es un sueño, no es un sueño… es algo real… algo que está sucediendo dentro de mí. En mi cabeza. Es cosquilleante y va acelerando… liberándose en un silencio eléctrico… saliendo a la velocidad de la luz hacia la invisibilidad infinita de absolutamente todo… todo… todo. Lo veo todo, lo escucho todo, lo sé todo: imágenes y palabras y voces y números y dígitos y símbolos y ceros y unos y ceros y unos y letras y fechas y lugares y tiempos y sonidos y rostros y música y libros y películas y mundos y guerras y terribles, terribles cosas y todo, todo, todo al mismo tiempo… Lo sé.
Lo sé todo.
Sé donde está.
Estoy conectado.
Cables, ondas, redes, multirredes… miles de millones de millones de millones de filamentos tarareando, cantando dentro de mi cabeza.
Lo sé todo.
No sé cómo lo sé, no sé en dónde está, no sé cómo funciona. Solo está ahí, dentro de mí, haciendo lo que hace… mostrándome las respuestas a preguntas que ni siquiera me doy cuenta de que he formulado. Tu («tu cerebro está conformado por 100 mil millones de células nerviosas… cada célula está conectada a cerca de otras 10,000… la cifra total de conexiones es de cerca de 1,000 billones, haciéndome escuchar voces que no entiendo. —Ajá, ajá, ya sé… pero Harvey no vio nada— y sabe lo que estoy pensando. Esta presencia dentro de mi cabeza… sabe cuáles son mis preocupaciones, mis pensamientos, mis sentimientos, y los absorbe y se los lleva a un sitio que me muestra mis temores, lo que sé de manera inconsciente pero que no quiero enfrentar. Me muestra la primera página de la Gaceta de Southwark, con fecha del 6 de marzo, hace dieciséis días:
«ADOLESCENTE ENFRENTA CALVARIO POR VIOLACIÓN
Una joven de quince años fue violada por una pandilla en el conjunto habitacional Crow Lane.
La adolescente fue atacada en su departamento la tarde del viernes, entre las 3:45 pm y las 4:30 pm.
El hermano de dieciséis años de la joven resultó gravemente herido durante el ataque, y otro muchacho, de dieciséis años también, sufrió una severa lesión en la cabeza al ser golpeado por un objeto que fue lanzado desde uno de los pisos superiores. Los detectives creen que por lo menos seis jóvenes tomaron parte en el ataque, y han solicitado que cualquier persona que tenga información respecto al «atroz ataque» se presente. Asimismo, describieron a los sospechosos como jóvenes de la zona, tal vez vinculados a pandillas, y con edades de entre 13 y 19 años».
Desperté de repente cubierto de sudor, el corazón me latía con fuerza y tenía un grito en la garganta ahogado por el sueño.
—¡Lucy! El grito salió como un susurro petrificado.
—Está bien, Tommy —escuché a alguien decir—. Está bien…
Me tomó un momento reconocer la voz, pero luego volví a escucharla.
—Fue solo un sueño, Tommy… ya estás bien —y entonces supe que era Abue. Estaba sentada en la cama junto a mí, tornando mi mano.
Me quedé mirándola, tenía problemas para respirar.
—Lucy… —susurré—. ¿Está bien?, ¿está…?
—Está bien —dijo Abue, y enjugó mi frente con un pañuelo—. Está bien… bueno, no, no está bien, pero está a salvo. Está en casa con su madre. —Abue miró sobre su hombro para indicarme algo, y noté que no estaba sola. Detrás de ella estaban sentados dos hombres de traje.
—¿Quiénes son? —le pregunté.
Volteó hacia mí.
—Policías… están investigando el ataque que sufrieron Lucy y Ben. Les dije que tú no sabías nada al respecto.
—Tal vez le podemos preguntar eso a Tom nosotros mismos —dijo uno de los policías al mismo tiempo que se ponía de pie. Era alto y rubio, tenía mal cutis y los dientes manchados por el tabaco.
—Hola, Tom —me dijo sonriendo—. Soy el Sargento Detective Johnson, y éste… —señaló al otro hombre—, éste es mi colega, el agente Webster.
Webster me saludó con una inclinación.
De pronto, la herida me dio comezón, lo cual me hizo recordar el sueño que no era sueño, las ondas raras en mi cabeza, el silencio eléctrico… una invisibilidad infinita de todo… de las palabras habladas, de las palabras de los diarios: «Una joven de quince años fue violada por una pandilla en el conjunto habitacional Crow Lane…».
—¿Quién lo hizo? —le pregunté al Sargento Johnson.
—¿Quién hizo qué, Tom?
—Atacaron a Lucy… Lucy Walker. Es una amiga…
—¿Cómo sabes que la atacaron?
—¿Qué? —¿Viste algo?
—No… no, no vi nada, me noquearon… estaba tirado en el suelo con la cabeza abierta en dos. No vi nada.
—¿Entonces cómo sabes lo que sucedió?
—No sé qué sucedió.
—Lo siento, Tom —dijo Johnson—, pero es que me acabas de preguntar quién lo hizo. Acabas de decir que atacaron a Lucy… y todo eso parece sugerir que sí sabes lo que sucedió.
Mi mente era un caos. Estaba confundido y no sabía qué decir, pero a pesar de eso solo titubeé por un segundo.
—Vi el reporte en un periódico local —le dije—. En la Gaceta de Southwark.
—Bien… —dijo Johnson vacilante—. ¿Y cuándo fue eso?
—Hoy… hace rato. Estaba en los baños al final del corredor. Alguien había dejado una copia en el cubículo.
Johnson asintió y miró a Webster. Webster se encogió de hombros y Johnson me miró de nuevo.
—Entonces me estás diciendo que no tienes información de primera mano respecto al ataque, que solo sabes lo que sucedió porque lo leíste en el periódico. ¿Es correcto? —Ajá… Y me di cuenta de que sí era correcto. Era la verdad. Tal vez no era la verdad completa, pero tampoco le iba a decir eso, ¿verdad? No le iba a decir que el reporte del periódico apareció en mi cabeza así nada más, salido de la nada. Abue se dirigió a Johnson.
—Creo que es suficiente por el momento, ¿no cree? Tommy está cansado, todavía está muy débil.
—Sí, señora Harvey, comprendo, pero…
—Es, señorita —dijo Abue con frialdad.
—¿Disculpe?
—Es señorita Harvey, no señora ni seño.
—Comprendo… —rezongó Johnson—. De cualquier forma, si a Tom no le molesta…
—Ya les dijo todo lo que sabe.
—Bueno…
—No —dijo Abue con firmeza—, se acabó, si necesitan volver a hablar con él, tendrán que esperar.
—Pero…
—¿Quiere que empiece a gritar?
Johnson le frunció el ceño.
—¿Qué?
—Si dice una palabra más —le dijo Abue con calma—, voy a empezar a gritar y a llorar, y cuando todas las enfermeras y los doctores vengan corriendo, van a encontrar a una pobre abuelita llorando como loca porque dos policías nefastos están virtualmente torturando a su nieto que está muy grave —le sonrió al Sargento Johnson—. ¿Ya me entendió?
Johnson asintió. Ya había entendido.
—Qué bueno —dijo Abue—. Ahora, si no le importa, me gustaría que los dos se fueran al diablo.