ENTRADA 87
Estoy asustado. Estoy jodidamente asustado, más que en ningún otro momento de toda esta mierda. Prit está malherido y no sé qué hacer. Sus manos tienen un aspecto bastante malo y lo único que tengo en mi botiquín son unos cuantos analgésicos suaves (Algiasdín y Nolotil), un par de antibióticos y algunas cremas contra las quemaduras solares.
Le he incorporado a duras penas y me lo he llevado al baño. Allí le he lavado como he podido las manos y los antebrazos. Es un puto destrozo. La mano derecha está en carne viva, totalmente quemada. No sé mucho de medicina, pero parecen quemaduras de segundo grado. En la mano izquierda el daño es aún peor. Le faltan los dedos meñique y anular y los huesecillos del dedo corazón están a la vista. Además tiene un profundo corte en la palma de la mano que no para de sangrar. Joder. Rebuscando en el botiquín del concesionario he encontrado un paquete de gasas estériles y Silvederma, un gel para quemaduras. Le he untado la mano derecha con la crema y he colocado un montón de apósitos en las dos manos para conseguir que dejen de sangrar, pero es un apaño bastante chapucero.
Tengo que hacer algo, y rápido. La pequeña explosión del puto maletín se tiene que haber oído a cientos de metros de distancia, y dentro de poco vamos a tener la visita de todos los jodidos No Muertos de los alrededores. De hecho, ya puedo oír los gemidos de bastantes de ellos ahí fuera.
Acabo de acomodar a Prit en el todoterreno, entre resoplidos de dolor. Ya hay docenas de No Muertos agolpándose en torno al concesionario. Escribo estas notas apresuradas mientras espero a que se despeje un poco la zona del portón por donde tengo que salir. Solo tendré unos segundos para abrir el portón y subirme de nuevo al todoterreno antes de que esos seres me vean y se abalancen sobre mí. No tendré tiempo para cerrar de nuevo el portón, así que es inevitable que esos monstruos invadan el concesionario. Un refugio menos.
Necesito vendajes, analgésicos y sobre todo, antibióticos. Lo ideal sería un médico que remendase las heridas de Viktor, pero no creo que sea fácil encontrar a ninguno por aquí. Mierda. Joder. Necesito todas esas cosas cuanto antes.
El Hospital Xeral debe estar a pocos kilómetros. Evidentemente no creo que quede nadie allí, pero espero al menos poder encontrar los medicamentos que necesito.
Prefiero no pensar en lo que me puedo cruzar por el camino.
No tengo otra alternativa. Voy a conectar la alarma de uno de los deportivos en el otro extremo del concesionario. Espero que eso despeje la puerta lo suficiente para que podamos salir. Viktor se desangra por minutos y no aguantará mucho más ese dolor. Tengo que llegar a ese jodido Hospital como sea.
Que Dios nos ampare.