ENTRADA 72 (III)
04:00 horas… Hace aproximadamente veinte minutos Waqar ha empezado con los estertores. La herida del brazo continúa supurando pus maloliente y tiene un aspecto cada vez más desagradable. Por su interior, las cosas no deben ir mejor. Un fluido rojizo está manando de sus intestinos, ya que ha perdido el control de sus esfínteres hace un buen rato. Su respiración se está volviendo espasmódica y jadeante. Suena como un tren de mercancías de vapor subiendo una montaña, solo que en ocasiones se interrumpe bruscamente para recuperarla al cabo de un momento con un profunda inspiración por la boca, que suena como si se ahogase. Es un sonido horrible. Esta agonía nos está crispando los nervios a todos.
Me alegro de que por lo menos ya hace un par de horas que parece haber perdido definitivamente el conocimiento. Supongo que en el caso de estar consciente, el sufrimiento sería horrible.
Es espantoso. Me siento absolutamente impotente. No sé qué hacer. Estoy viendo una vida humana apagándose ante mis ojos y no tengo medicamentos, ni medios, ni conocimientos, para evitarlo.
Shafiq y Usman no paran de recitar suras monótonamente, agarrados a un rosario musulmán. Si para mí esto está siendo una prueba dura, para ellos tiene que ser espantoso. Están en medio de un infierno, a miles de kilómetros de sus casas, viendo morir a un amigo. Tienen miedo. Y en sus ojos he visto asco cuando Waqar ha empezado a cagar sangre.
La muerte violenta no es un espectáculo bonito como en las pelis, donde el protagonista cae con una sonrisa en los labios y un recuerdo para la amada. La muerte es terrible, sucia y muy dolorosa, si te pilla como ha cogido a Waqar. Estos chicos no parecían saberlo. Yo tampoco lo sabía hace unas semanas, pero he tenido tiempo de ver unos cuantos muertos de camino hasta aquí y eso me ha hecho un poco más duro…
Viktor y yo tenemos un problema muy grave. Sabemos, o sospechamos al menos, qué es lo que le va a suceder a Waqar dentro de, suponemos, unas horas, pero hemos decidido no hacer nada, de momento. Por una parte nosotros estamos desarmados. Eso limita mucho nuestras posibilidades.
Por otra parte ni Shafiq ni Usman dispararían contra Waqar mientras éste aún esté vivo. No es de extrañar. Al fin y al cabo es amigo de ellos, ha dicho Viktor.
Me he reído amargamente ante este comentario. Supongo que ese mismo razonamiento siguieron los del grupo del Punto Seguro que dejaron a aquel pobre diablo encerrado en el baño, y ahora, gracias a ese «humanitarismo» tenemos nosotros este papelón entre manos.
Kritzinev esta totalmente borracho, y fuera de control. No para de farfullar incoherencias en ruso y de vez en cuando se ríe sólo, como si alguien le contase un chiste extremadamente gracioso, hasta doblarse por la cintura mientras gruesos lagrimones le corren por las mejillas hasta llegar a la barba. En un determinado momento ha empezado a chillar como un poseso hacia la puerta metálica, que sigue siendo aporreada monótonamente por los No Muertos del exterior. Ha desenfundado su pistola, pero antes de que pudiese disparar, Pritchenko ha saltado como un gamo y se la ha arrebatado. Kritzinev le ha dedicado una mirada furiosa y a continuación se ha derrumbado inconsciente, borracho como una cuba. Menos mal.
Ahora tenemos un arma. Ni Shafiq ni Usman han hecho amago de querer sacárnosla. Mejor.
Los No Muertos siguen fuera, golpeando la puerta sin piedad Es un sonido espantoso, crispante. Creo que cada vez hay más, pero no tengo manera de saberlo.
Los estertores de Waqar son cada vez más frecuentes, ahora uno cada diez minutos, aproximadamente. El momento se acerca.